Merkel: la vuelta a Europa en una semana
28 de agosto de 2016“¿Cómo lo hace?”. Esa pregunta se escucha con frecuencia en Alemania cuando su jefa de Gobierno, Angela Merkel, sale de viaje. Usualmente, sus giras trascienden los husos horarios y dan la impresión de ser interminables. A finales del año pasado recorrió 20.000 kilómetros entre Moscú y Ottawa en cuatro días. Sus allegados no se inquietan; ellos aseguran que la “mujer fuerte” de Berlín es eso, una mujer fuerte, que además tiende a tomar siestas con gran facilidad cada vez que su agenda lo permite. Pero Merkel no vuela por gusto.
Esta semana, la canciller sumó 7.000 kilómetros a su trayectoria para reunirse con quince mandatarios en cinco países europeos. Así de urgentes eran los asuntos pendientes. En septiembre tendrá lugar la primera cumbre de Estados comunitarios sin Gran Bretaña y la Unión Europea (UE) sigue estando lejos de tener una posición clara de cara a la retirada de Londres. Eso no es bueno. ¿Qué hizo Merkel? Citarse con sus homólogos de Francia e Italia, dos de los políticos que quieren ver consumado el “brexit” tajante y rápidamente.
“Brexit”, asunto espinoso
La mandataria alemana prefiere abordar el tema sin sobresaltos. Y así se los dijo cuando se encontraron a bordo de un portaviones galo frente a la isla italiana de Ventotene. Merkel debe haber sido muy persuasiva porque, después de esa reunión, no se han hecho más pronunciamientos rudos sobre la materia. Eso es suficiente para la política democristiana. Dos días después se vio en Estonia con su joven primer ministro, sabiendo que es conveniente dar la impresión de que los países pequeños también son escuchados.
“Estamos en una fase de oírnos, de comprendernos, de aprender los unos de los otros”, dijo Merkel en Tallin. Su anfitrión se lo agradece alegando que quisiera ver a Alemania jugando un papel más fuerte en la UE, pero en las calles de esa capital báltica, simpatizantes de la ultraderecha la abuchean. La política de refugiados del Ejecutivo alemán no es bien vista ni en Tallin ni en Praga, el siguiente destino de Merkel: en la República Checa conversó con su primer ministro sobre la definición de cuotas para la repartición de refugiados en la UE.
Política de refugiados, el disenso continúa
Su interlocutor le dijo muy claramente: “Estimada señora Merkel, nosotros no podemos aceptar un sistema que insista en imponer cuotas de distribución de solicitantes de asilo”. La canciller alemana tomó nota de lo debatido y partió poco después hacia Varsovia con miras a reunirse con el Grupo Visegrád, la alianza centroeuropea integrada por Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia, los opositores más rudos de su política de asilo. Discutir a solas con un adversario le resultó tenso, pero en la capital polaca lo hizo con cuatro.
Terminado su almuerzo con sus críticos, Merkel regresó a terreno conocido: en el palacio de Meseberg, la casa de huéspedes del Gobierno alemán, cenó con los jefes de Gobierno de los Países Bajos, Suecia, Finlandia y Dinamarca. Al día siguiente (27.8.2016) lo hizo con los de Austria, Eslovenia, Bulgaria y Croacia. Nadie dijo que llevar las riendas de una potencia económica y política fuera fácil, pero el periplo reciente de Angela Merkel le permitió prepararse bien para la próxima cumbre europea. Ahora, ella sabe con qué se va a encontrar.