Merkel: Nuevo acento en las relaciones con Rusia
16 de enero de 2006
Frío siberiano imperaba en Moscú mientras Merkel y Putin se esforzaban por aportar calidez a su primer encuentro en el Kremlin. Pese a la inicial atmósfera algo distante entre ambos mandatarios, la importancia geopolítica de ambas naciones los obligó a entenderse.
Merkel estudió ruso en su infancia y fue una de sus materias favoritas, mientras que Putin domina el alemán después de los años que vivió en Alemania como especialista de los servicios secretos soviéticos. Aún así, ninguno quiso prescindir de los servicios de un traductor. Además de los asesores en política exterior, estuvieron presentes dos traductores durante las conversaciones que se prolongaron más de dos horas en la magnífica oficina del presidente ruso en el Kremlin.
Diálogo productivo y franco
Fue Putin el primero en describir el encuentro. "Las conversaciones fueron productivas y francas, en una atmósfera de confianza mutua". El encuentro, según palabras de Putin, demostró la voluntad de ambas partes para garantizar la continuidad en la cooperación ruso-germana.
Una cooperación muy exitosa en el plano económico a juzgar por las cifras. Tan sólo el año pasado el intercambio comercial arrojó un valor de 32.000 millones de dólares.
"Una serie de temas fueron abordados", dijo por su parte la canciller alemana. "De hecho creo que podemos ampliar nuestra asociación estratégica", dijo Merkel, sin nombrar la palabra amistad.
Chechenia, Irán y el gas ruso
La canciller no se guardó nada. En cuanto al controvertido gasoducto que abastecerá de gas ruso a Alemania a través de un trazado submarino en el Báltico, la canciller puso el dedo en la llaga al señalar que "no es un proyecto contra ningún país en Europa, ni los países bálticos ni Polonia".
"También hablamos sobre cuestiones sobre las que no siempre tenemos la misma opinión", señaló Merkel. Uno de ellos fue el conflicto checheno que para el gobierno alemán representa un déficit democrático en Rusia. Las conversaciones sobre Chechenia fueron muy francas y detalladas, según señalaron diplomáticos presentes en el encuentro.
Aludiendo a Guantánamo, Putin reconoció que en la lucha contra el terrorismo sigue habiendo muchas deficiencias desde el punto de vista del Estado de derecho, una reflexión que también podría aplicarse a las tensiones entre Moscú y el Cáucaso. Merkel subrayó el interés de la Unión Europea por que dicha región se desarrolle positivamente.
Control sobre activistas
La canciller alemana transmitió la irritación provocada por una nueva ley rusa que pretende controlar la presencia de Organizaciones no Gubernamentales (ONG), incluyendo a las extranjeras, lo que ha provocado protestas por parte de activistas, pues dificulta su labor en Rusia.
Consenso hubo en la necesidad de actuar de manera conjunta entre europeos, rusos y estadounidenses para enfrentar el problema nuclear iraní.
Merkel logró poner un nuevo acento en las relaciones de su gobierno con Rusia. Mientras que su predecesor Gerhard Schröder concentró sus esfuerzos en el fortalecimiento de las relaciones en el plano económico evitando abordar controvertidos aspectos de la política de su amigo personal Vladimir Putin, Merkel ha corregido el rumbo.
Sobre todo ha puesto interés en conocer a miembros de la sociedad civil, personalidades de la oposición, grupos pro-derechos humanos, representantes de las iglesias, de la economía y las ciencias. La intensidad en los contactos bilaterales continuará sólo que se ampliará a otros ámbitos. A finales de abril Merkel se reunirá con Putin en la localidad de Tomsk, en Siberia occidental. Seguramente no irán juntos al sauna, como solían hacerlo Putin y Schröder, pero si podrían pasar una buena velada al calor de una chimenea y un buen vodka.