¿Qué debe tener un robot para que la gente esté dispuesta a aceptarlo como compañero social? ¿Necesita un rostro, o es preciso que la máquina pueda comprender o incluso mostrar emociones? La psicóloga, neurocientífica y filósofa Agnieszka Wykowska, investigadora del Instituto Italiano de Tecnología de Génova, dice: "Tendemos a humanizarlo todo. Incluso vemos rostros en la parte delantera de los coches. Esto se intensifica cuando un robot exhibe un comportamiento similar al humano”. En una residencia de ancianos en Rendsburg, la película muestra la relación entre las personas necesitadas de cuidados y los robots. Hannes Eilers, de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Kiel, analiza allí el uso de robots a pedido de las compañías de seguros de salud. Los robots cantan con los ancianos, juegan con ellos o demuestran ejercicios físicos; lo único que no se les permite es orar con ellos. Los sistemas funcionan de forma autónoma. Esto significa que no pueden acceder en segundo plano a un servidor de IA, de modo que son inofensivos en términos de protección de datos. Sin embargo, los servidores de IA en segundo plano ya controlan gran parte de nuestra comunicación. No solo sugieren qué debemos leer, comer o comprar a continuación: también existen chatbots que sirven como contactos personales. El científico Hossein Rahnama del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Boston está perfeccionando la apariencia y la comunicación de este tipo de chatbots. Él cree que "ahora tenemos acceso a tal poder de cómputo y datos que podemos crear una versión digital de cualquiera y pronto incluso hacer que sean sensibles."