Ministro japonés pide a ancianos que mueran rápido
22 de enero de 2013
Un país en crisis económica no puede darse el lujo de mantener una población envejecida que significa una carga para el sistema social. Ese parece ser el argumento subyacente a las declaraciones del ministro japonés de Finanzas, Taro Aso, quien en una reunión del Consejo Nacional de Seguridad Social pidió a los ancianos del país “que se den prisa y se mueran” para así aliviar la carga fiscal que significa su atención.
Aso, él mismo un venerable señor de 72 años y ex primer ministro nipón, reclamó contra las unidades de reanimación y los tratamientos para prolongar la vida. Las declaraciones no quedaron ahí y añadió que “el problema no se resolverá a menos que les dejemos que se den prisa y se mueran”. A su juicio, los auxilios médicos a personas enfermas solo recargan las finanzas públicas.
En Japón, el gasto para atender a las personas de mayor edad supuso un incremento a los impuestos de consumo de un 10 por ciento el año 2012. Las declaraciones de Aso, citadas por el diario británico "The Guardian" este martes (22.01.2013), provocaron malestar en Japón, lo que forzó al poderoso ministro a intentar matizar el alcance de sus dichos.
"A título personal"
Aso, que asumió su cargo hace pocas semanas, explicó que a él le molestaría que lo ayudaran a extender su propia vida, más sabiendo que ese tratamiento “lo paga el Estado”. Agregó que “yo, personalmente, creo que es importante no prolongar la vida con tratamientos y pasar los últimos días de vida en paz”. Igual reconoció que las expresiones fueron inadecuadas e intentó justificarlas diciendo que él mismo dejó un escrito donde instruye a sus familiares a no extender innecesariamente su vida.
Ya en 2008, Aso había pedido a los ancianos que cuidaran mejor su salud para aliviar las cargas al Estado. “¿Por qué tengo que pagar por las personas que sólo comen y beben y no hacen ningún esfuerzo?”, se preguntó entonces. Las declaraciones son especialmente molestas para un país donde un cuarto de la población tiene más de 60 años.
DZ (The Guardian)