Mireya de Colombia
28 de noviembre de 2012Publicidad
HEIDELBERG
Alli me enamoré. No de algo mundano; me enamoré de tu silencio, de tus bosques, de tus techos rojos, de las aguas cristalinas de tu rio, y de los pecesillos que pupulan en ellas.
De tu cielo azul y claro, de tu naturaleza joven en primavera, de tu castillo, mudo testigo de las luchas que libraste.
De tu iglesia imponente, de tus callecitas angostas, limpias y calladas, de tus balcones y ventanas floridas.
De tus cavas y rincones, de tu camino filosófico, allí, inspiró Goethe su pluma florida.
Allí, dejé mi corazón, y me gustaría que mi cuerpo reposara junto a él, por el resto de mis días.