¿Misión imposible?
27 de marzo de 2003El Primer Ministro Británico, Tony Blair, y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, deliberan durante dos días en Camp David no sólo sobre la futura estrategia bélica.
Los aliados de guerra, se muestran satisfechos y afirman que el operativo militar transcurre de acuerdo al plan y calendario, a pesar la fuerte resistencia iraquí. Blair da por segura la victoria y dirige su atención hacia el día en que sean depuestas las armas: La era post-Sadam. El mandatario británico es el último vínculo de Estados Unidos con la llamada "Vieja Europa", y su misión más importante será convencer a Bush sobre la importancia de la ONU tras la guerra. "Estados Unidos y Europa deben superar sus rivalidades y volver a trabajar conjuntamente como socios y no como rivales, dijo Blair poco antes de partir. También dijo que tratará con Bush, el proceso de paz en el Medio Oriente y la cooperación con el mundo árabe en general.
El negocio de la post-guerra
Sin embargo, el propósito de Blair es todo, menos fácil. Bush está dispuesto a que la ONU participe en las labores de ayuda humanitaria. Pero en lo que respecta a la reconstrucción y el establecimiento de instituciones políticas, Washington tiene preparado un guión bajo dirección propia. Sin duda esto responde a los fuertes intereses económicos de por medio. A diferencia de Afganistán, en Irak han cifrado sus esperanzas numerosas empresas estadounidenses, que se frotan las manos ante el jugoso negocio de la reconstrucción.
Cuentan que la ayuda extranjera será financiada por las ricas reservas de petróleo. Numerosas compañías estadounidenses se disputan los contratos, algunos de los cuales ya han sido concedidos. Por si fuera poco, Washington ya está recrutando personal para conformar el futuro gobierno civil en Bagdad. Incluso ha enviado a Kuwait al futuro jefe de la administración iraquí. Según el plan, el ex-general Jay Gardner, deberá hacerse cargo del destino del país durante las primeras semanas tras la guerra.
El resentimiento contra Washington
Por ello es fundamental iniciar cuanto antes la discusión sobre el orden de largo plazo tras la guerra. La coalición bélica no logrará sola pacificar la región. No se puede subestimar el resentimiento que ha despertado Washington con su política de respaldo unilateral a Israel en el Medio Oriente, y ahora con su ofensiva militar contra Irak, sin contar con el aval de la ONU.
Sólo si la comunidad internacional participa en la reconstrucción del país árabe, puede haber posibilidades de una paz duradera en la región. Si Blair logra convencer a Bush sobre la importancia de la ONU, no sólo saldrá fortalecido como jefe de gobierno, sobre todo habrá sentado una base para la reconciliación europea, y trasatlántica, después de los tremendos daños diplomáticos que esta guerra ha provocado.