Monseñor Romero será beatificado con la venia de Francisco
3 de febrero de 2015
La “luz verde” la había dado ya el propio Papa en agosto pasado, al asegurar que no había impedimentos para beatificar a monseñor Óscar Arnulfo Romero. Después de que la Congregación para las Causas de los Santos reconociera en enero su martirio, dictaminando que el arzobispo de San Salvador fue asesinado en 1980 por “odio a la fe”, la aprobación del correspondiente decreto por parte del pontífice podía considerarse un hecho. Y, sin embargo, la noticia resuena como confirmación de los cambios que se están operando de la mano de Francisco. Porque Romero no solo fue símbolo de una Iglesia latinoamericana comprometida con la causa de los pobres y oprimidos, sino que su caso dejó en evidencia durante décadas las dificultades de la jerarquía vaticana para relacionarse con ese sector “progresista”, acusado por sus detractores de acercarse demasiado a la teología de la liberación. Por lo menos ésa es una de las explicaciones más frecuentes a la dilación de este proceso, que ahora da fruto a casi 35 años de su muerte.
“Monseñor Romero no era al comienzo tan progresista”, dice Albrecht Schwarzkopf, responsable del área de Centroamérica de la “Iniciativa Cristiana Romero”, una asociación civil alemana que respalda a comunidades de base en Nicaragua, El Salvador y otros países de la región. Hace notar que fue el asesinato del sacerdote jesuita Rutilio Grande, a quien lo unía una gran amistad, lo que le abrió los ojos, ya que el gobierno no cumplió su palabra de aclarar el crimen. “Lo que vio entonces fue que los que estaban siendo reprimidos eran principalmente pobres que intentaban articularse”, apunta Schwarzkopf. Desde entonces sus prédicas se fueron volviendo más duras, dando voz a quienes no la tenían. Hasta que las silenció la bala de un francotirador, que nunca llegó a ser identificado. Tras el término de la guerra civil salvadoreña, la Comisión de la Verdad que investigó los crímenes cometidos en este período atribuyó el asesinato a fuerzas de ultraderecha.
¿Afinidad con la Teología de la Liberación?
Pero, ¿llegó monseñor Romero a sumarse a la Teología de la Liberación en este proceso? “Alguna gente lo dice así. Siempre es difícil hace una división clara entre lo que es la teología para los pobres y la Teología de la Liberación”, indica Schwarzkopf, pero subraya: “Él afirmaba que hay que respetar los derechos humanos y entre ellos se cuenta la libertad de opinión. Y también iba más allá, atribuyendo gran importancia a la opción por los pobres”.
Una opción que también adoptó la Iglesia católica oficial, que no reprochaba a los teólogos de la liberación su lucha por la justicia social, sino reducir la salvación al plano terrenal. En la contienda política, en tanto, fueron tildados simplemente de “comunistas”, lo cual obedecía a una estratagema ideológica según el jesuita Martin Maier, especialista en la materia, quien aseguró hace un tiempo a DW: “Los principales representantes de la Teología de la Liberación, como Gustavo Gutiérrez, Ignacio Ellacuría y Jon Sobrino, han dejado en evidencia de modo convincente que de ningún modo hicieron suyo el marxismo como cosmovisión”.
El papel de los jesuitas
Schwarzkopf hace notar que “los jesuitas jugaban un papel muy importante en ese momento en El Salvador, porque incluso tenían contactos con ambos bandos del conflicto e intentaban mediar”. Y eso los convirtió también en blanco de la violencia, que alcanzó otra de sus expresiones más brutales con el asesinato de Ignacio Ellacuría y otros sacerdotes jesuitas en noviembre de 1989. Jon Sobrino, que había colaborado con monseñor Romero, se salvó de la masacre ya que se encontraba dictando una conferencia en Tailandia.
Su relación con Sobrino, a quien la Congregación para la Doctrina de la Fe llamó la atención durante el pontificado de Benedicto XVI por restar divinidad a la figura de Jesucristo, humanizándola demasiado, puede haber influido en retrasar la causa de Romero en el Vaticano. “El Papa anterior no quería que alguien de quien se decía que era cercano a la Teología de la Liberación fuera llevado a un proceso de beatificación”, opina el encargado de Centroamérica en la Iniciativa Cristiana Romero.
Pero ahora soplan nuevos vientos, desde la llegada al Vaticano de Jorge Mario Bergoglio, latinoamericano y jesuita. “Yo creo que para el papa Francisco es muy importante que tengan más voz los diferentes continentes y no solo se escuche la de Roma. Allí residen muchas esperanzas y la futura beatificación de Romero es una señal importante que apoya esa tendencia”, concluye Schwarzkopf.