Monumento polémico cumple un año
10 de mayo de 2006Durante 15 años se discutió intensamente sobre este monumento, sobre el hecho de homenajear solamente a las víctimas judías del holocausto y sobre el diseño del mismo, entre otros aspectos. Hace un año finalmente se concluyó la obra y hoy inversores, propulsores del proyecto y visitantes coinciden en que los 27,6 millones de euros fueron bien invertidos.
Exitoso y polémico
A pesar de los 3,5 millones de visitantes que han recorrido hasta ahora el campo de bloques de hormigón, el monumento sigue siendo controvertido. Lea Rosh, iniciadora del monumento, dice que el mismo "es aceptado por la mitad de la población" y espera aún "convencer a una parte de la otra mitad". En promedio 10.000 personas visitan diariamente el monumento homenaje a los judíos muertos durante el Holocausto.
Debajo del campo de hormigón, ubicado en pleno centro berlinés, se encuentra el "lugar de información". En estas salas subterráneas están documentadas las estaciones del holocausto y las biografías de muchas víctimas. De este modo se completa la función del monumento, que apela por un lado a la emoción y por el otro a la razón.
Picnic y esperanza
Peter Eisenman, el arquitecto que diseñó el campo de estelas, se muestra muy satisfecho con la repercusión que ha tenido el monumento durante este año. Sobre todo está feliz de que los alemanes no lo convirtieron en un lugar "sagrado", sino que lo integraron a su Berlín cotidiano. Es así que muchos berlineses deciden hacer un picnic junto al monumento, en lugar de ir al parque; y para jugar a las escondidas no hay lugar más divertido que las 2711 columnas de hormigón.
Un monumento no puede eliminar el antisemitismo, pero sí puede lograr "que el pasado forme parte del presente", así lo imagina Eisenman. Su sueño es "que un alemán no judío no se estremezca más al encontrarse con un judío" y que se "acaben las tensiones entre judíos y no judíos".
Expectativas satisfechas
El antiguo presidente del Parlamento alemán, Wolfgang Thierse, calificó al monumento de "piedra del escándalo en el centro de la capital alemana". Según Thierse no se confirmaron los temores de algunos críticos que suponían que el campo de pilares iba a absorber toda la atracción y, por lo tanto, disminuir el flujo de visitantes a los lugares de los hechos reales.
Luego de las discusiones iniciales, ahora gran parte de la comunidad judía de Berlín aprueba el monumento. Salomón Korn, presidente de la comunidad judía en Alemania, explicó: "Nuestras expectativas fueron más que satisfechas". El número de visitantes es, sin duda, una corroboración para los iniciadores del proyecto. Pero la fuerza simbólica que parte del campo de pilares sigue siendo polémica. "Está por verse aún si todos captan el mensaje encerrado en esta obra tan abstracta".