Todas las personas que ingresan en Facebook realizan un autorretrato de sí mismos. Algunos más, otros menos. Para crear un perfil, en realidad se necesita tan sólo un nombre y una dirección de correo electrónico. El nombre no tiene por qué ser auténtico. Tampoco la dirección de correo, que puede tomar forma de críptica relación de letras. Pese a ello, algunos miembros se toman los requerimientos al pie de la letra. Son los denominados "150 %". Dan su auténtico nombre y rellenan todo aquello que en Facebook se puede rellenar. Comenzando por la fecha de nacimiento y siguiendo por el domicilio, la empresa para la que trabajan, el número de teléfono, su posición política e incluso se aventuran a ofrecer una descripción de su personalidad, su color favorito y su sentido del humor.
Se trata de personas que no sólo explican sus vivencias vacacionales (fotografías incluidas). También sabemos en qué o en quién (hombres o mujeres) están interesados, cuál es su actual nombre en Skype, cuáles son sus páginas web favoritas, cuál fue el último concierto al que asistió y a qué grupos pertenece (por ejemplo: "Creo que algunas de las personas de las que soy amigo en Facebook son estúpidas").
El silencioso
El concepto de Facebook se basa por completo en la participación. Algo que algunos parecen no entender. Disponen de perfil, pero no muestran ninguna foto. Tienen amigos, pero no les explican nada. Se trata de observadores silenciosos a los que no se les pasa nada por alto, pero que no aportan nada. Quizás reproducen su comportamiento, cuando eran niños, en el patio de la escuela. No son capaces de participar, no tienen ningún chiste que explicar. Son inseguros e introvertidos. Claro, que teniendo en cuenta los mensajes lamentables con los que a menudo nos topamos en Facebook, callar puede ser a veces la mejor opción.
El viejo compañero de clase
"Asunto: ha pasado mucho, mucho tiempo". Un mensaje que todo el mundo ha recibido alguna vez, procedente de personas a las que habíamos perdido de vista. La mayoría de las veces, se trata de antiguos compañeros de clase, que piensan: "veamos, qué ha sido de los antiguos amigos". Apenas llegan a intercambiar uno o dos mensajes. Después, pasan de nuevo al olvido. El tipo "antiguo compañero de clase" es aquel amigo al que nada nos liga y sobre cuya vida leemos mensajes como: "espera con ilusión amueblar su piso". Una persona con la cual, probablemente, no habríamos intercambiado siquiera una palabra en un encuentro de alumnos.
El ex novio / la ex novia
Antes, se buscaba a través de Google. Hoy en día, seguimos el rastro a través de Facebook. El tipo "ex pareja" forma parte del grupo de relaciones desagradables. Sabemos dónde pasó sus últimas vacaciones, a qué ciudad se trasladó a vivir, qué fiestas frecuenta y qué momento sentimental atraviesa. Es decir, si ha vuelto a encontrar pareja. Por si fuera poco, aparece en las fotografías que publican otros amigos del círculo virtual y, de alguna manera, sigue presente en nuestra vida pese a que debería haberse marchado de ella. Lo único que puede ayudar: borrar su contacto de la lista de amistades. Y con él/ella, todos sus amigos.
Los padres
En realidad, no saben qué es Facebook. O no quieren saber de qué se trata. Encuentran escandaloso que los hijos lo expliquen todo en internet y revelen así su esfera privada. Es algo que nunca habría existido en los años 80, cuando la gente aún se manifestaba en la calle contra el control del Estado (si por control entendemos la elaboración del censo demográfico). Hoy en día, Facebook revela la dirección completa de una persona, su número de teléfono, su correo electrónico e incluso las fotografías tomadas en una fiesta. Un trato permisivo con los datos personales que a los padres les resulta sospechoso. Es por ello que no disponen de perfil en Facebook.
Puede ser que se conecten para ver qué pasa. La mayoría de las veces, sin fotografía de perfil. Sus hijos fundan grupos como "Get parents off Facebook" ("Echemos a los padres de Facebook"), momentáneamente con 241 miembros. Un grupo en el que los jóvenes se quejan amargamente de que sus padres no entienden el verdadero sentido de Facebook. Por ejemplo, una hija escribió, después de darse de ingresar en el grupo, dirigiéndose a su madre: "Lo siento, mamá, lo tenía que hacer".
El jefe
El único usuario profesional de Facebook es el tipo "jefe". Le encanta convertir su red social en plataforma extraoficial para sus negocios. Quizás, alguien le ha explicado en algún curso de formación sobre liderazgo que Facebook será el lugar en el que en el futuro se desarrollará todo. Así, se dedica a añadir a todos los colegas -da igual si están situados por debajo de él en la jerarquía (para controlarlos) o por encima (alerta, podemos convertirnos en objeto de control). El tipo "jefe" no escribe sobre su vida privada, no pone más fotos que la imagen de perfil y nos hace saber las últimas novedades de su empresa. Sigue siendo un hombre de negocios incluso en Facebook, a la búsqueda de cualquier oportunidad para hacer dinero o recordarles a sus empleados sus obligaciones incluso en su tiempo libre.
A una trabajadora furiosa, se le ocurrió escribir en una ocasión durante su jornada laboral en el estado de su perfil: "¡Oh, Dios mío, odio mi trabajo! ¡Mi jefe es un completo idiota que siempre me encarga tareas asquerosas sólo para fastidiarme!". La respuesta llegó al instante: "Olvidaste que figuro en tu lista de amistades. Éste ha sido tu último día de trabajo". Todo, naturalmente, de forma pública en Facebook.
El familiar
Podríamos, sencillamente, llamar y preguntar cómo va. Claro que, en realidad, hace tiempo que sabemos cuándo se irá nuestra prima de vacaciones (se encarga de publicar cada día la cuenta atrás en el estado de su perfil), que el primo compró un coche nuevo (fotografía en el tablón de anuncios) y cómo fue la fiesta del instituto del hermano pequeño (con los nombres marcados en el álbum de fotos de una amiga). Nos mantenemos en contacto sin estar en contacto.
Los auténticos amigos
El tipo "amigo auténtico" es aquél al que conocemos desde hace tiempo. Si una amistad ha crecido a lo largo de años y se ha mantenido, Facebook resulta innecesario. Pese a ello, es inevitable añadir a nuestros mejores amigos a la lista de amistades. Compartimos con ellos banalidades y superficialidades que, la próxima vez que hablemos por teléfono, habremos olvidado, o que recordaremos diciendo: "Lo escribiste en Facebook".
Autor: Elena Singer / Emili Vinagre
Editor: Pablo Kummetz