Muerte en el mar
31 de marzo de 2004Alerta roja en el frente ambiental: las "zonas muertas", que son áreas donde escasea gravemente el oxígeno, se extienden por los mares del mundo y amenazan con convertirse en un peligro aún mayor que la sobrepesca, a juicio de los expertos de las Naciones Unidas. El fenómeno se produce, entre otras cosas, debido al creciente empleo de fertilizantes en regiones cercanas a las costas, que pone en peligro la vida de los peces. De acuerdo con estudios recientes, en la actualidad existen cerca de 150 zonas marítimas "muertas", ubicadas principalmente en las cercanías de regiones costeras densamente pobladas, como el Golfo de México o el Mar Adriático.
Inquietante diagnóstico
Al margen de lo anterior, los ecologistas llaman la atención sobre la creciente frecuencia de tormentas de arena en Asia, al igual que sobre la escasez de agua a nivel mundial. Afirman que el problema afectará dentro de unas décadas en forma crónica a un tercio de la población del planeta, si no se garantiza el acceso al agua potable mediante esfuerzos transnacionales.
Este es el serio diagnóstico que se presentó en el Foro Global del Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), que tuvo lugar en Corea del Sur. Ahora corresponde poner manos a la obra para poner coto a dichos males. El catálogo de medidas elaborado en la reunión, a la que asistieron 1.200 representantes, de más de 150 países, ha de ser aprobado el mes entrante en Nueva York. Sin embargo, el PNUMA sólo desarrolla una parte de sus propios programas y proyectos. La mayoría se ejecuta en cooperación con otras organizaciones internacionales, con el correspondiente desgaste de recursos.
Falta de recursos e influencia
Ello incomoda a Klaus Töpfer, director ejecutivo del PNUMA, quien no se cansa de hacer campaña para que la entidad reciba más fondos y adquiera una posición más influyente. El problema central radica en la falta de recursos financieros y en la resistencia de Estados Unidos contra las organizaciones multilaterales. Los países en vías de desarrollo disponen de demasiado poco dinero para la protección ambiental, mientras las naciones industrializadas tendrían que redoblar sus aportes. Por otro lado el PNUMA, considerado la "voz global del medio ambiente", elabora directrices y asesora a los gobiernos, pero no es responsable de la aplicación práctica de sus recomendaciones.
Eso es algo que debe modificarse, por el bien del ecosistema global. Pero no es una tarea fácil, considerando que ya existen instituciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o la FAO, dedicada a la alimentación y la agricultura, que se ocupan también de temas ecológicos. En este campo, Töpfer tendrá mucho trabajo que realizar para convencer a las autoridades del mundo entero. Su tarea tampoco se facilita cuando en su propia patria, Alemania, se producen pugnas entre la economía y la ecología, como la que acaba de librarse en torno a la fijación de límites a las emisiones de gases tóxicos. En el foro de Corea del Sur la opinión pública también tomó nota de que, en la duda, prevalecen los intereses de la industria germana.