Cómo enfrentar la muerte y duelo en tiempos del coronavirus
9 de noviembre de 2020Deutsche Welle: ¿Cómo experimenta el período del coronavirus en el acompañamiento y la terapia de duelo?
Mechthild Schroeter-Rupieper: Hemos estado cuidando a una familia durante meses. El padre, nacido en Turquía, fue al médico a finales de marzo, y se le prescribió algo para su resfriado. Por la noche, un colega del trabajo lo llamó y le dijo que tenía COVID-19. El padre se aisló en el apartamento. A la mañana siguiente tenía fiebre y fue recogido por la ambulancia. Murió allí dos semanas después.
¿La familia tuvo la oportunidad de verlo?
No, ni siquiera después de su muerte. Es una familia musulmana, el cuerpo del padre fue llevado del hospital a Turquía. La familia no pudo estar en el funeral. La fe musulmana juega un papel para ellos, ya que dice que no hay que estar triste por mucho tiempo. El hijo de 13 años me explicó que, para ellos, el padre está en una especie de espacio intermedio. Cuando lloramos, ese espacio se llena de nuestras lágrimas, y entonces él se ahoga. La madre dijo que nunca había rezado tanto como ahora, que eso la ayudaba. En algún momento empezó a llorar, y dijo que, a pesar de rezar, se encontraba muy mal.
No pudo despedirse...
Exacto. No conocí a la familia hasta después de eso, de lo contrario hubiéramos buscado posibilidades, por ejemplo, a través de mensajes de audio de Whatsapp al hospital, donde el padre estaba en coma.Si el personal de enfermería le hubiera puesto un móvil o auriculares al oído, la familia podría haber hablado con él. En el tiempo del coronavirus buscamos en la consejería de duelo la manera de ver cómo mantenernos en contacto.
¿Incluso para superar la impotencia?
Sí. Los enfermos y moribundos están siendo atendidos. Pero los familiares, aparte de sentir tristeza, están preocupados por la persona que está allí, porque pueden haber dicho en algún momento: 'te prometí que estaría a tu lado hasta el final. Prometí tomarte de la mano, cuidarte'. Y también sienten preocupación porque no saben si están cuidándolo bien, o si la persona tiene miedo. Eso pesa sobre los familiares, además de su propia congoja.
En su libro "Geht sterben wieder vorbei'?" ("¿Morir también pasa?") describe el dolor como un buen amigo, ¿cómo se entiende eso?
Necesito el dolor para que me pueda sentir mejor a largo plazo. Cuando me rompen el corazón, eso es como una herida abierta. Toma un tiempo para sanar. Necesito la pena para eso. Si lo suprimo, estoy bajo presión. El dolor me permite expresar de la pena, y también recibir afecto. ¿Dónde poner el amor que tengo por mi ser querido fallecido? En el dolor.
Ahora, que hay más muertes y más restricciones durante la pandemia, ¿qué deberíamos hacer?
Tenemos que acordar gestos como, por ejemplo: si no podemos ir a tu casa, quiero que sepas que siempre pensaré en ti a las 7:00 de la tarde y encenderé una vela. Después de todo, siempre estamos en otros lugares y podemos decirnos: 'Estoy pensando en ti'. También se pueden hacer cintas de la amistad para los enfermos, o para la abuela, y usar la misma que ellos, que es como una conexión, un puente.
¿Qué puede ayudar si no fue posible despedirse de un ser querido?
En una carta se podría escribir: "Si me hubiera podido despedir, me hubiera encantado decírte...". O "como no podía verte más, no podía decir cuánto lo siento...". Puede ser útil ofrecer a la gente el comienzo de las frases. De lo contrario, podrían no encontrar un comienzo.
Deben saber que llorar es normal al escribir una carta así. Las cartas de despedida son cartas de amor. Van al corazón. No hay que tener miedo y pensar que uno no lo puede hacer. Parte de la tristeza es el llanto, y eso es el corazón, que se expresa, se derrama. El llanto se acaba después de un tiempo. Luego se podría volver a leer la carta en la tumba, o quemarla en un recipiente incombustible y esparcir las cenizas sobre la tumba. Los rituales de despedida ayudan a mucha gente.
Mechthild Schroeter-Rupieper es autora y fundadora del Servicio de Asesoramiento de Duelo Familiar. Ha trabajado con familias en duelo durante casi 30 años e imparte seminarios en varios países europeos.
(gg/cp)