Muralista chilena celebra éxitos en Colonia
29 de septiembre de 2011Un ambiente sobrio, moderno, dominado por frías luces azules y violáceas de neón e incesantes ritmos electrónicos como telón de fondo acústico se ha apoderado de un antiguo y abandonado palacio de cine en pleno centro de Colonia. A un año de su controvertido cierre, el histórico Ufa-Palast resucitó, al menos por una semana, para hospedar el proyecto de arte urbano 'Varieté Liberté'. Cuatro jóvenes artístas gráficos fueron invitados a trabajar durante una semana a puerta abierta: todas las tardes, el público tiene acceso a los talleres, puede conversar con los artistas, conocer sus obras y participar del proceso creativo.
“Este antiguo cine es un lugar idóneo: el cine crea un mundo imaginario. Nosotros hacemos lo mismo, pero con otros medios”, dice Pau Quintana, la única mujer entre los cuatro artistas. La joven chilena radicada en Colonia está dando las últimas pinceladas a su obra más reciente: un rostro de mujer, de labios sensuales y ojos de largas pestañas, de expresión pensativa, algo melancólica, pintado sobre madera. Las gruesas líneas negras que dan la estructura a la imagen recuerdan los murales en el Chile de los años setenta y ochenta. “El estilo y la estética de la Brigada Ramona Parra me sirven de inspiración y ejemplo”, dice Pau en alusión al colectivo artístico que surgió a comienzos de los años setenta, cubriendo los muros y fachadas en las calles de ciudades chilenas con mensajes políticos pintados en vivos colores.
Las raíces de la infancia
El imaginario, la iconografía, la poesía y la música de esa época marcaron la infancia de Pau, que sin embargo transcurrió fuera de Chile. Cuando ella tenía dos años, a mediados de los ochenta, la familia tuvo que abandonar el país, radicandose primero en Argentina y luego en la entonces RDA. “Yo tenía una imagen de Chile muy romántica, idealizada por mis padres”, recuerda. Una imagen que años más tarde se estrellaría contra la realidad, en su primera visita a la patria lejana.
Pero antes aún se produjo la caída del muro de Berlín y la reunificación de Alemania. Pau pasó de haber sido “la chilena” en Argentina y la “joven pionera” en la RDA, a ser nuevamente “extranjera” en Alemania. “Cada ruptura en mi vida significó una nueva identidad, he tenido que redefinirme y reinventarme muchas veces. A los quince años me fui a vivir sola a Berlin y ahí se me planteó la pregunta ‘¿Quién soy?'.” La respuesta la encontró en la pintura, “que siempre fue una válvula para mis emociones y que nace de las raíces de mi infancia.”
Al concluir sus estudios de ilustración y diseño gráfico en la Escuela Superior de Economía y Técnica en Berlín, en 2004 viajó a Chile. “Iba por dos meses para preparar mi tesis de grado, y me quedé dos años”, dice Pau. Durante ese tiempo trabajó con los principales artistas de graffiti del país, Alme, Zesak y Fisek, con los que pintó murales tanto en Santiago como en Valparaíso, “una ciudad emocionante y pasionante”, recuerda Pau Quintana, y añade que “fue una experiencia muy rica: en el equipo que formamos había muy buena comunicación y no importaban las diferencias de ningún tipo.”
Muy diferente sin embargo es la impresión que le causó la sociedad chilena: “El clasismo es muy fuerte, la sociedad está profundamente dividida. A la generación jóven le falta una orientación hacia el futuro, en general son muy materialistas”, considera Pau Quintana, que sigue muy atentamente las protestas y movilizaciones estudiantiles y sociales de los útlimos meses. “En Chile había un verdadero apagón cultural, y ahora hay mucha impaciencia por cambiar las cosas. Chile todavía duerme y no quiere ver la realidad. Pero la generación jóven está remeciendo el país para que abra los ojos y vea lo que está pasando.”
Perspectiva femenina
Pau Quintana es una de las pocas mujeres que ha logrado imponerse en la escena de los grafittis y muralistas, experiencia que se traduce y refleja en su obras. “Trabajo mucho con el principio de la feminidad, y preferentemente sobre madera, que es un elemento muy femenino”, explica la artista. Sus figuras femeninas son personajes de un aire muchas veces melancólico, de siluetas suaves y sensuales, de gestos delicados y aspecto casi frágil. Esta delicadeza contrasta fuertemente con el trazado de curvas y lineas negras y los vivos colores.
Trabaja preferentemente sobre madera de álamo “por su textura fina y sensual”. Cual tatuaje, aplica primero con bolígrafo las lineas negras que dan el carácter inconfundible a sus obras, para colorear luego la imagen con pintura de acrílico “bastante aguada, para que el veteado de la madera pueda respirar”.
Junto con las figuras, siluetas y rostros femeninos, el pájaro es un elemento constante en la iconografía de Pau Quintana. “La mitología chilena y latinoamericana está llena de aves: tenemos al hombre-pájaro en la Isla de Pascua, entre los geoglifos de Nazca hay varias aves, y además la paloma de la paz es un elemento muy recurrente en los murales de la Brigada Ramona Parra. En cada exposición incluyo siempre un cuadro con un pájaro”, explica la artista.
Ella misma ya está a punto de volver a levantar vuelo. Está invitada a la segunda edición de la Bienal de Graffiti de Sao Paulo el año que viene. “Luego voy a Chile. No tengo planes concretos todavía. Pero estoy segura que allá se me presentarán nuevas oportunidades y proyectos. Y ojalá se repitan proyectos como Varieté Liberté, donde podemos trabajar con absoluta libertad artística”, resume su experiencia tras una semana de intenso intercambio con los demás artistas y con un público “muy diverso e interesado.”
Autora: Mirjam Gehrke
Editor: Enrique López