Museo Judío de Berlín inaugura muestra sobre trabajos forzados de los nazis
28 de septiembre de 2010La exhibición, que fue inaugurada el 27 de setiembre y estará abierta al público hasta el 30 de enero del 2011, toma 60 casos diferentes para ilustrar el destino de los millones de víctimas de los trabajos forzados a que fueron sometidas por los nazis.
Uno de esos casos es el de Wladystawa Ossowska, una polaca nacida en 1918 y que fue obligada a trabajar en los campos de Brandeburgo y Prusia Oriental. Ella escribió que "trabajábamos desde el amanecer hasta entrada la tarde, desde el comienzo de la primavera hasta finales de año".
De acuerdo con su testimonio, entre las tareas más peligrosas figuró la construcción de la "Durchgangstrasse IV", una ruta de suministro del Ejército alemán de 2.100 kilómetros, que unía a Alemania con el frente en el Este de Europa. Según recordó, a Friedrich Katzmann, jerarca de las SS y la policía en la Polonia ocupada, le era "completamente indiferente" si miles o decenas de miles de judíos perdían la vida en cada kilómetro de la obra.
Cilly Kugelmann, directora del Museo, calificó de "especialmente trágica" la valoración errónea de muchos judíos que se presentaron de forma voluntaria para trabajar, creyendo que salir de los guetos les evitaría ser deportados a los campos de concentración.
Silencio cómplice
El tema de los campos de trabajos forzados fue silenciado a nivel oficial durante décadas, pero el tabú se rompió a principios de los años 90, cuando el Estado alemán y empresas germanas fueron demandados por antiguos trabajadores forzados del nazismo.
Más de trece millones de judíos, gitanos y prisioneros de guerra fueron explotados como esclavos en la Alemania de Adolf Hitler y otros siete millones más allá de las fronteras del "Reich". De 1933 a 1945 murieron por lo menos 2,7 millones de personas por los efectos del trabajo de esclavos.
Volkhard Knigge, director del memorial de los antiguos campos de concentración de Buchenwald y Mittelbau-Dora, expresó que "ningún alemán, ya fuera el soldado invasor en Polonia o la campesina de Turingia, desconocía la existencia de trabajadores forzados". Incluso añadió que en aquel entonces, a pocas personas les molestó que hubiera prisioneros trabajando en las calles o en las cosechas. En las postrimerías de la guerra, uno de cada cuatro trabajadores en la Alemania nazi era prisionero de guerra o "trabajador extranjero", como eran llamados los civiles foráneos.
Compensaciones
Fue en la conferencia de Wannsee, Berlín, en enero de 1942, en la que altos jerarcas del régimen nazi decidieron llevar a cabo el exterminio de los judíos. Allí se determinó que serían deportados y utilizados en la construcción de rutas. Según los cálculos de los nazis, una gran parte de ellos "se reduciría así de forma natural".
Tras la guerra, los trabajadores forzados sobrevivientes quedaron fuera de los acuerdos de compensación. La presión sobre el tema alcanzó su cénit en los años 90, cuando abogados estadounidenses presentaron las demandas colectivas que finalmente condujeron al Estado alemán a crear un fondo conjunto con un gran número de empresas que se beneficiaron del trabajo forzado.
Cerca de 1,7 millones de ex trabajadores-esclavos de más de un centenar de países recibieron un total de 4.400 millones de euros en indemnizaciones, pero para la mayoría de los que sobrevivieron la guerra, los pagos llegaron demasiado tarde.
Autor: vc/dpa
Editora: Emilia Rojas