Más de un millón de muertos por COVID en EE. UU.: un dolor infinito
En Estados Unidos se han registrado más de un millón de muertes relacionadas con el COVID-19. Miles de niños han perdido al menos a uno de sus padres o personas de referencia primaria durante la pandemia.
"Lo más triste que me ha ocurrido"
Julius Garza, de 14 años, juega juegos de video. Aún está de duelo por su padre, que murió de COVID-19 en diciembre de 2020, en Converse, Texas. Julius recuerda con más claridad que su hermano, Aidan, el día en que Margaret y David los adoptaron, a fines de 2015. "La muerte de mi padre es lo más triste que me ha ocurrido jamás", dice.
En memoria del padre
Los hermanos Julius y Aidan Garza (de 12 años) rezan una oración en memoria de su padre. El 30 de cada mes, la familia Garza recuerda especialmente a David, que cumplí años el 30 de abril y murió por causa del coronavirus el 30 de diciembre de 2020.
Una historia de pérdidas
Margaret Garza abraza a su hijo adoptivo, Julius. El niño y su hermano habían sido abandonados por su madre biológica. El padre biológico fue encarcelado por haber abusado de su hermanastra. Así, los chicos quedaron a cargo de una familia adoptiva. Julius lucha por superar la pérdida de su padre, David, más dolorosa aún teniendo en cuenta su historia personal previa.
Un millón de muertos
Justise McGowan (de 13 años) también perdió a su padre, que murió de COVID en mayo de 2020. La foto la muestra sentada en una escalera en Matteson, Illinois, el día del cumpleaños de su padre. "Un millón de muertos por COVID, un millón de sillas vacías en una mesa familiar; cada uno es una pérdida irreemplazable, dijo Joe Biden en una declaración, cuando la cifra de víctimas superó el millón.
"Ella hace cosas que él haría"
Justise McGowan reclina la cabeza en el hombro de su madre. La Dra. Sandra McGowan-Watts, que perdió en la pandemia a su marido, Steven, ha intentado mantener lo más posible la rutina de su hija. El pasado verano, cuando hubo que podar los arbustos del jardín, Justise encontró las tijeras de podar de su padre y se puso manos a la obra. "Ella hace cosas que él haría", dice Sandra.
Una tradición familiar
Justise McGowan saca una bandeja con galletas del horno, recordando una tradición que compartía con su padre. Para muchos niños, la vida cambió de un día para otro y luchan con las secuelas emocionales.
Miles perdieron al menos a uno de sus padres
Nigún programa de gobierno registra a chicos como Aidan y su hermano mayor, Julius, que han perdido a por lo menos una de sus personas de referencia primaria debido a la pandemia de COVID-19. No obstante, los investigadores estiman que la cifra se eleva a más de 213.000 menores.
Como si no se hubiera ido
Aidan habla con frecuencia de su padre en presente, como si David siguiera sentado en su sillón favorito al otro lado de la sala y en cualquier momento pudiera llamar al chico para que fuera a ver con él un capitulo de La Guerra de las Galaxias. "Es una persona tan cariñosa", dice Aidan, y agrega: "Cada vez que lo abrazo, me siento como si tocara una nube".
Secuelas duraderas
Aidan, Julius y Margaret rezan unidos, junto a la urna de su padre y esposo. Magaret se ocupó de que, tras su muerte, los niños recibieran asistencia. En familias como la suya quedan de manifiesto las profundas secuelas, que perdurarán también después de terminada la pandemia. "Nuestra 'normalidad' no será como la de otros, porque hemos perdido a alguien", dice.