Más derechos para empleadas del hogar
28 de julio de 2011Publicidad
En ningún otro sector del mercado internacional de trabajo hay más mujeres representadas. Y en casi ninguno reina más desregulación, explotación y violencia. Millones de mujeres y jóvenes menores de edad trabajan en hogares de todo el mundo.
Se estima que suman 14 millones en América Latina, cerca de 20 millones en China y 700.000 en Tailandia. Ellas limpian, mantienen el orden, alimentan a los niños, se ocupan de ancianos y enfermos, sirven de chóferes y jardineras.
Como similares a las de la esclavitud se describen sobre todo las condiciones laborales de las que viven bajo el mismo techo que sus empleadores. Sin colegas, trabajan aisladas y sometidas, en última instancia, a las arbitrariedades de sus patrones.
Con el “Convenio sobre el Trabajo Decente para las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos”, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) quiere cambiar esas reglas del juego.
Esta propuesta –conocida como acuerdo 189 de la OIT– se aprobó con la participación de delegados de los 183 países miembros de la organización, el pasado junio en Ginebra: 396 votos a favor, 16 en contra y 63 abstenciones. Entrará en vigor un año después de que sea ratificada por al menos dos Estados.
Brasil quiere ratificar convenio de trabajo decente
“Muchas empleadas y empleados de todo el mundo podrán beneficiarse con el convenio”, dice la sindicalista brasileña Creuza María Oliveira. “Espero que Brasil sea uno de los países que ratifique el convenio”, agrega. Sólo en su país, afirma Oliveira, trabajan alrededor de ocho millones de empleadas y empleados del hogar que, como en el resto del mundo, suelen tener bajos niveles de instrucción y pertenecer a las clases sociales mas desfavorecidas.
Creuza María Oliveira sabe de lo que habla. Trabajó como empleada doméstica desde los 10 años de edad. Y a su primera reunión sindical acudió más tarde, dejando la casa a escondidas de su empleador. Pero eso podría cambiar próximamente, pues entre las normas recién aprobadas se cuenta el derecho a la organización sindical.
“El camino no ha sido fácil”, insiste la presidenta de la organización que agrupa a los sindicatos de trabajadores domésticos de Brasil, FENETRAD. Los sindicalistas masculinos al principio ni siquiera tomaron en serio a las mujeres.
Al contrario: “Querían que las de los sindicatos de trabajadoras del hogar preparáramos la comida y limpiáramos luego de las actividades”, recuerda Creuza Maria Oliveira. Hoy la sindicalista se muestra orgullosa de que una parte del recién aprobado convenio de la OIT ya sea realidad en Brasil. Es el caso del derecho al domingo libre y a un salario regular.
Ni familiar ni sirvienta, empleada
Los empleadores intentan, con demasiada frecuencia, pagar los servicios prestados en su hogar “en especies”, en lugar de con dinero. Se contentan con ofrecer alojamiento y alimentación, explicó la activista sindical brasileña en una corta visita a Alemania.
También en Europa, en Alemania, se hayan extendidas estas prácticas. Empleadores privados pagan bajísimas retribuciones a trabajadores extranjeros, y a cambio les ofrecen cobijo.
Las mujeres, generalmente provenientes de Hungría, Rumania o Bulgaria, se ven decepcionadas, pues en realidad intentan reunir ahorros para regresar a reconstruir “una vida mejor” en su país. La escasa regulación del sector, convierte a estas mujeres en “empleadas de segunda clase”.
“Las empleadas domésticas no son ni sirvientas ni ningún tipo de miembro de la familia”, afirma Manuela Tomei, directora de la sección de condiciones laborales en la OIT. Y eso se deja bien claro en el nuevo convenio aprobado por la organización internacional.
El director general de la OIT, Juan Somavia, celebra también un logro significativo: “Por primera vez nos movemos con la regulación hacia el sector informal”, destaca. El Convenio sobre el Trabajo Decente para las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos –espera Somavia– podría no sólo aliviar la suerte de muchas mujeres desfavorecidas, sino además convertirse en un recurso viable contra el trabajo infantil.
Autora: Henriette Wrege / Rosa Muñoz Lima
Editora: Pablo Kummetz
Publicidad