México es un país mágico: el tiempo pasa pero nada cambia. El 2016 acaba con la triste noticia de Tultepec, un pueblito en el que se produce el 80 por ciento de los fuegos artificiales que se venden en México. Uno pensaría que con 200 años de tradición en pirotecnia y varios accidentes en el pasado, tendrían estrictas medidas de seguridad para evitar tragedias como la que este 21 de diciembre cobró la vida de decenas de personas. Pero no; en México pasan los años, y no será la última vez que Tultepec acapare portadas.
Y es que México es un país que tiene bien identificados sus problemas pero no los logra resolver: inseguridad, violencia, desigualdad, falta de acceso a la Justicia, deficiencia educativa y, desde siempre, ¡corrupción e impunidad!
A la cabeza la bestia desbocada del narcotráfico que convirtió el 2016 en el más violento desde que se empezaran a contabilizar las víctimas de la guerra del narco. La detención en enero del capo de capos, el Chapo Guzmán, recrudeció los enfrentamientos por el reparto de mercados y rutas de transporte. No ha habido disminución en el tráfico de drogas, y el número de víctimas crece. Los enfoques de combate de la actual administración no han funcionado.
México está cada vez más militarizado, a pesar de ello la inseguridad sigue siendo la principal preocupación de los ciudadanos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos denuncia las alarmantes cifras de secuestros, desapariciones forzadas, altos índices de ejecuciones extrajudiciales, torturas. No obstante el ejecutivo mexicano niega que el país tenga una crisis de derechos humanos.
¡Nada cambia!
Ciertamente los niveles de violencia en varias ciudades de México son menores a las imperantes en otros países latinoamericanos, pero hay estados como Colima o Guerrero en los que los índices de homicidios son mayores a los registrados en países en guerra como Siria o Irak. Con más de 20.000 víctimas de homicidio en 2016, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública, se puede afirmar que el plan de lucha contra el crimen de la actual administración ha fracasado. La misma fuente habla de un grado de impunidad de más del 92 por ciento.
El caso de Ayotzinapa 2014, que no ha sido solucionado ni en el 2015 ni en el 2016, ha revelado la profunda corrupción política en México, la existencia de amplias regiones controladas por el narco a menudo coludido con los gobiernos en turno. La corrupción y la convivencia entre fuerzas públicas y el crimen organizado sumen a México en la peor crisis de derechos humanos de su historia. Y uno se pregunta si la lenta actuación estatal es parte del plan. En abril del 2015 el Congreso aprobó una reforma constitucional que facultaba al legislativo expedir leyes generales sobre desaparición forzada y tortura. Al finalizar 2016 las iniciativas continúan pendientes de aprobación. ¡Nada cambia!
Tan lejos de Dios y tan cerca de Trump
¡Y por si esto fuera poco con el nuevo año llega Donald Trump! Sus insultos, sus amenazas de construir un muro y de guillotinar las remesas y su guerra contra el tratado de Libre Comercio han disparado la incertidumbre. El PIB ha sido revisado a la baja, se pronostica una inflación galopante y una caída del tipo de cambio. Si se suma a esto el retroceso de la producción petrolera, una deuda superior al 50 por ciento del PIB y la capacidad operativa de Estados Unidos para deportar a medio millón de mexicanos al año se siente el peligro cerca.
¿Y México? En vez de apuntalar su capacidad de maniobra, de discutir un plan para su frontera norte, de reformular modelos de desarrollo para la creación de empleos y enfocarse en políticas de desarrollo económico sostenido esta atrapado en un temor profundo y la parsimonia de siempre.
Sobre el estado de la educación ya ni que hablar: los resultados de PISA 2015 lo dicen todo. México se encuentra por debajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en ciencias, en lectura y en matemáticas. Concentrados en discusiones ideológicas sin sentido los problemas estructurales siguen siendo los de siempre. Sin docentes preparados enfocados en mejorar el desempeño académico de sus alumnos con la mira puesta en los requerimientos del futuro, México seguirá aportando solo mano de obra para las maquilas. Solo que estas podrían desparecer.
Los presagios no son buenos, especialmente si este país mágico se concentra en que nada cambie. Este es México en 2016. ¡Feliz 2017!