Navidad en Marte
20 de diciembre de 2003En el centro de control de la Agencia Espacial Europea (ESA) en la ciudad alemana de Darmstadt, se vivieron momentos de gran expectación. Desde allí se dirigió la difícil operación de desacoplar la sonda "Beagle 2" de la nave que la llevó a las cercanías del planeta que alimenta desde hace siglos las fantasías terrícolas: Marte. Dos horas tardaron los científicos en recibir la confirmación de que la maniobra había tenido éxito. "Este fue un primer paso, pero muy importante, para el éxito de la misión", señaló el director del proyecto, Rudolf Schmidt.
Emulando a Darwin
65 kilos pesa el "Beagle 2", que lleva el nombre del barco en que navegó Charles Darwin en el siglo XIX. Como él, el aparato europeo se dispone a explorar nuevos confines del universo, desafiando peligros e imprevistos. Una lámina habrá de protegerlo durante la entrada a la atmósfera de marciana y el contacto con el suelo será amortiguado mediante colchones de gas. Si todo va bien, el módulo debería llegar a la superficie del planeta rojo en la noche del 24 al 25 de diciembre. La fecha probablemente no les diría mucho a los marcianos -si existieran- pero convertiría el acontecimiento en el mejor regalo de Navidad para los científicos de la ESA.
El visitante terrestre permanecerá aproximadamente medio año en el planeta que los expertos consideran más similar a la tierra. Allí se dedicará, principalmente, a buscar rastros de agua, que se supone habría existido en abundancia en ese terreno ahora extremadamente árido. También intentará hallar vestigios de alguna forma de vida, aunque nadie espera encontrar simpáticos personajes verdes con antenitas, sino residuos de microorganismos u otro indicio que confirme que no hemos sido siempre los únicos seres vivientes en esta parte del universo.
Valiosa información
Los datos que obtenga el "Beagle 2" serán, de todos modos, de gran valor para mejorar la comprensión humana del surgimiento de los planetas y el desarrollo de nuestro sistema solar. Igualmente lo será la información que recaben las sondas estadounidenses, enviadas también a Marte aprovechando que meses atrás el planeta se hallaba a la distancia más cercana a la tierra desde hace siglos: 56 millones de kilómetros.
La ambiciosa misión europea, con un costo cercano a los 300 millones de euros, dará aún mucho que hablar, cuando el módulo comience efectivamente a enviar señales desde Marte. Eso, si supera la prueba de posarse sin contratiempos allí en Navidad. Si todo resulta bien y el servidor no determina lo contrario, el acontecimiento podrá ser seguido por los terrícolas vía Internet.