Nicolás Maduro y el gabinete de la supervivencia
5 de enero de 2017El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, dio la impresión de haber activado dos bombas de tiempo durante su alocución de este martes (4.1.2017). La primera, cuando aseguró que el dirigente opositor Julio Borges, nuevo presidente del Parlamento, le había jurado acatar todas las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia –dominado por jueces alineados con el oficialismo– y sentarse a la mesa de diálogo que el Ejecutivo estaba preparando. Una táctica similar para dividir a la alianza antichavista le funcionó parcialmente por última vez el año pasado, cuando el mandatario contó que representantes de la oposición habían pedido mantener en secreto sus encuentros con el Gobierno para propiciar una negociación sin hostilidades.
La segunda bomba de tiempo fue el nombramiento de Tarek El Aissami como vicepresidente ejecutivo en el marco de la reestructuración de su Gabinete. "Ese fue el cambio de fichas más interesante. El Aissami exuda desde hace años un aura de adalid dentro del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), incluso cuando ha ocupado puestos poco fulgurantes”, señala el politólogo Daniel León, de la Universidad de Leipzig. El Aissami deja de ser gobernador del estado Aragua para suplantar a Aristóbulo Istúriz. "Eso da a entender que el núcleo duro del PSUV se mantiene cohesionado y que es poco probable que Maduro asuma una actitud conciliadora de cara a sus adversarios”, agrega León.
Tarek El Aissami, nuevo vicepresidente ejecutivo
"Lo más cerca que el Gobierno estuvo de mostrarse indulgente fue cuando designó a Istúriz –un político de carrera, un hombre transigente– como vicepresidente. Ahora lo que Maduro y su entorno buscan es mantener el status quo. No tomarán riesgos para garantizar la gobernabilidad, ni para hacer las reformas necesarias, ni para aumentar la productividad, ni para mejorar la imagen del Estado venezolano en el exterior. Todos los esfuerzos del oficialismo se enfocarán hacia la mera supervivencia del régimen”, pronostica el experto de Leipzig. Los augurios de Héctor Briceño, jefe del área sociopolítica del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES), de la Universidad Central de Venezuela, coinciden con los de León.
"Maduro tomó consciencia de que no podía seguir librando dos batallas al mismo tiempo: una contra la oposición antichavista y otra contra los propios chavistas que hacen presión desde abajo, instándolo a abrirse e incluso pidiéndole que dimita. Para salir de esa situación, Maduro blindó a su Ejecutivo acogiendo en su seno a las personalidades más leales y más duras del PSUV, es decir, a aquellos que están dispuestos a reprimir las manifestaciones de descontento sin mayores contemplaciones, tanto las protestas de la oposición organizada como los tumultos que brotan debido a la crisis socioeconómica”, explica Briceño. "Yo llevo meses diciendo que 2017 será un año muy duro para los derechos humanos en Venezuela”, acota el especialista del CENDES.
"Un paso hacia la radicalización”
Ivo Hernández, de la Universidad de Münster, comparte la perspectiva de ambos politólogos: "Este cambio de Gabinete de Maduro puede interpretarse como un paso hacia la radicalización. El Gobierno está empezando a dar lo que en el Plan de la Patria 2013-2019 se conoce como el giro hacia la República Popular de Venezuela. Y para eso cuenta con El Aissami, que es una figura compleja; un hombre que según el Departamento de Estado de Estados Unidos tiene vínculos no sólo con carteles del narcotráfico, sino también con las redes internacionales del extremismo islamista. Como vicepresidente, Istúriz fue una figura de consenso porque era un interlocutor potable a ojos de la oposición. El Aissami es lo contrario”, sostiene Hernández.
"El Aissami promueve una revolución socialista más profunda que la que se ha dado hasta ahora en Venezuela”, añade el catedrático de Münster sobre quien llevará las riendas del país si el actual presidente llega a ausentarse. Al respecto comentaba en Twitter la veterana periodista zuliana Milagros Socorro: "Maduro pone como su alternativa a uno que da más miedo que él”. Menos temor, pero más incógnitas abiertas deja la designación de Nelson Martínez, presidente de CITGO desde 2013, como ministro de Petróleo y Minería. Justo cuando se rumora que el Gobierno de Maduro vendió la filial más grande de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en Estados Unidos por mucho menos de su valor, ¿por qué traerse a Caracas a su máxima autoridad?
Nelson Martínez, nuevo ministro de Petróleo y Minería
"La política del Gobierno venezolano de pagar sus deudas internacionales religiosamente, pese a los serios problemas de desabastecimiento que tiene el país, busca proteger los activos del Estado en el extranjero; sobre todo CITGO. Como Martínez tiene años de experiencia manejando ese particular activo, es de interés para Maduro que él esté en una posición de mayor influencia”, opina León. "En su discurso del 4 de enero, Maduro dijo que el Ministerio de Petróleo y Minería se iba a convertir en una instancia fiscalizadora de la industria petrolera. Esa decisión debe responder al acuerdo alcanzado en la OPEP, donde se exigió monitorizar mensualmente la producción de crudo de los países exportadores”, apunta Briceño.
El investigador del CENDES argumenta que separar las juntas directivas de la empresa petrolera estatal PDVSA y del Ministerio de Petróleo y Energía –presididas hasta ahora por una sola persona: Eulogio del Pino– es una medida que rápidamente puede generar la ilusión de una fiscalización efectiva. Hernández presume que Martínez está siendo premiado por motivos que la opinión pública venezolana aún desconoce. "Lo que ha ocurrido con CITGO no se ha explicado oficialmente: el de la supuesta venta de una empresa que en sus mejores momentos estuvo valorada en 23.000 millones de dólares y que habría sido rematada por menos del diez por ciento de ese valor es un episodio muy opaco”, resume el experto de Münster.