Nietos de los nazis rompen el silencio familiar
2 de septiembre de 2019Gabriele Palm-Funke recuerda exactamente el momento en que comenzó a investigar. Hace doce años, ella y su hijo pequeño viajaron con su madre al lugar de nacimiento de ella en Polonia. Por la noche, hablaron sobre el abuelo fallecido. De repente, la madre afirmó: "No olvidaré a esas tantas personas con estrellas amarillas".
Palm-Funke se asustó. Esa misma noche se enteró de que su abuelo era guardia en un campo nazi de concentración con prisioneros judíos. Más tarde, se enteró de que trabajaba en el campo de concentración de Trzebinia, en Polonia, país ocupado por la Alemania nazi. A la edad de seis años, su madre lo visitó allí y vio a muchas personas que tenían en su ropa una estrella que los marcaba como judíos.
De vuelta a Alemania, la nieta y teóloga Palm-Funke comenzó a escribir el nombre de su abuelo en los motores de búsqueda en internet. Solicitó información sobre él en los Archivos Federales, y finalmente se encontró con el libro de un sobreviviente del Holocausto en una biblioteca, que describe a su abuelo, el policía Luboeinski, como un animal.
"Me sentí muy mal", dice Palm-Funke. La ira y la vergüenza la superaron. Y enseguida saltó la pregunta: ¿Por qué nunca nadie en la familia ha hablado de ello? ¿Por qué el abuelo nunca fue castigado, a pesar de que había disparado y asesinado a un hombre de 17 años en el campamento?
Sólo una fracción de los perpetradores nazis fueron castigados
Se estima que entre 200.000 y 250.000 hombres y mujeres alemanes, austríacos y "de etnia alemana" se convirtieron en perpetradores durante el período nazi. Sólo una pequeña parte de ellos fue condenado en tribunales alemanes.
Alemania se enfrentó a su oscuro capítulo del nacionalsocialismo y reconstruyó el periodo entre 1933 y 1945. El mundo elogia la "cultura del recuerdo" alemana. Hay monumentos, memoriales y los horrores del nazismo ocupan mucho espacio en las escuelas. Sin embargo, muchas familias siguen calladas sobre lo que hicieron sus abuelos o bisabuelos, incluso 80 años después de que comenzara la guerra.
"Esto tiene mucho que ver con la lealtad dentro de la familia"
Lena Ditte Nissen, que ahora tiene 32 años, sabe desde que tenía 14 que miembros de su familia se convirtieron en perpetradores. En su apartamento de Colonia se abre paso a través de fotos en blanco y negro: fotos de su bisabuela Nanna Conti, la partera de mayor rango en el Tercer Reich alemán, responsable de la muerte de recién nacidos con discapacidad; y otras de su tío abuelo Leo Conti, quien estuvo involucrado en experimentos crueles con seres humanos, como alto funcionario de la Alemania nazi, con la excusa de que estos sirvieran para la ciencia.
En otoño, Nissen procesará las memorias de su abuela como un proyecto de arte. Se trata de registros que muestran que debe haber sido una madre cariñosa y, al mismo tiempo, una nacionalsocialista convencida.
Nissen comenzó a ocuparse cada vez más de su historia familiar cuando los populistas de derecha entraron en los parlamentos de los estados federados alemanes, y también en el parlamento federal, el Bundestag, en 2017. Ahora piensa que es importante hablar de los perpetradores en su familia, aunque "siento una fuerte resistencia interior", dice Nissen. "Creo que esto tiene mucho que ver con la lealtad dentro de la familia. No quieres ser la persona que habla mal de los tuyos".
Desde hace varios meses, Nissen forma parte de un grupo de personas cuyos familiares eran seguidores, perpetradores o víctimas durante el nazismo. La familia de Peter Pogany-Wnendt, el líder del grupo, pertenece a estos últimos: sus padres sobrevivieron al Holocausto, sus abuelos, judíos húngaros, probablemente fueron fusilados por los nazis en Hungría. En su consultorio en Colonia, el psicoterapeuta muestra un cuadro de ellos enmarcado en madera, "el portador de la tristeza, el dolor de la familia", dice Pogany-Wnendt.
El silencio sobre lo que sucedió hace décadas, sobre este punto oscuro de la historia, ha ocupado al psicoterapeuta durante mucho tiempo. Muchos de los que estuvieron en guerra, involucrados en el Holocausto, nunca habrían hablado de ello. "Inconscientemente, pasaron esta culpa y vergüenza sin procesar a la siguiente generación." El hecho de que las consignas derechistas y el antisemitismo vuelvan a ser socialmente aceptables en Alemania también podría ser una consecuencia de estos sentimientos de culpa reprimidos, dice Pogany-Wnendt.
A veces, décadas de silencio
Al igual que Lena Ditte Nissen y Gabriele Palm-Funke, Guy Hofmann también buscó perpetradores nazis en su familia. Hace sólo unos años se encontró con un artículo de Wikipedia sobre su tío abuelo, que fue director de una importante oficina en Múnich durante la dictadura nazi, y que le disparó a un luchador de la resistencia poco antes del final de la Segunda Guerra Mundial.
Hofmann creció cerca de la escena del crimen, y cuando era niño y adolescente a menudo pasaba por este lugar. Sin embargo, durante mucho tiempo los hechos estuvieron cubiertos de silencio en su familia.
Hofmann sigue con la sensación de que apenas está comenzando su investigación. "Cuanta más información recopile, más fácil será para mí", dice. Aún así, y sin querer presumir una responsabilidad colectiva por parentezco, este pasado es una carga para él. A menudo lo inquieta la posibilidad de que la prosperidad de su familia podría radicar en la "arianización", es decir, la expropiación obligatoria de la propiedad judía.
Mientras tanto, Hofmann ha conocido a la nieta del hombre que fue asesinado por su tío abuelo. Recientemente comenzó a recorrer el pasado de su abuelo. Para él, es importante iluminar el agujero negro en la historia de su familia, y mirar en cada rincón.
(pana/rml)
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