"No habrá más remedio que dialogar con Corea del Norte"
30 de mayo de 2017Deutsche Welle: Corea del Norte ha vuelto a lanzar un misil, por tercera vez en este mes, a pesar de todas las advertencias de la Comunidad Internacional. ¿Qué quiere lograr ese país?
Eric J. Ballbach: Tras el armamento nuclear se esconde algo así como una lógica de doble sentido. Por un lado, la lógica disuasoria: el régimen se siente militarmente amenazado, sobre todo por Estados Unidos, por lo que las armas nucleares representan la mayor garantía de soberanía estatal en dicho contexto.
Naturalmente, esta lógica solo funciona si el extranjero cree que los norcoreanos han desarrollado su infraestructura nuclear hasta cierto nivel. No tiene nada que ver con irracionalidad, sino con todo lo contrario: Se trata de un componente inherente de la lógica disuasoria, donde se pone a prueba con regularidad dicho sistema de armas y también se demuestra lo que se posee.
En el caso de Corea del Norte, además, en los últimos meses, ese país parece estar interesados en combinar ambas tecnologías: las armas nucleares y la tecnología de misiles. Este paso es tecnológicamente muy complicado y para ello es necesario hacer pruebas regularmente.
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Hasta ahí la lógica tradicional de disuasión. ¿Qué significa entonces la "segunda lógica” del programa atómico norcoreano?
Debemos comprender la segunda lógica para poder entender por qué Corea del Norte lleva a cabo estas escaladas de pruebas aunque no son beneficiosas para sus propios intereses en cuestiones de seguridad.
Mientras que la lógica disuasoria persigue, sobre todo, conseguir objetivos de política exterior, la lógica de la escalada de pruebas se centra en primer lugar en el ámbito nacional. El régimen necesita un discurso de amenaza integral y también existencial para poder llevar a cabo sus objetivos. Y es que es concebible que, un país totalitario como Corea del Norte no podría mantener un proyecto tan costoso y de tantos recursos, como lo es el programa nuclear, sin una amenaza exterior.
Es decir, que hacia dentro el régimen envía la señal de fortaleza a través de las pruebas regulares y demuestra también que las decisiones no se toman en Washington, sino solo en Pyonyang.
En realidad, las circunstancias parecen positivas para que haya un acercamiento. El nuevo presidente surcoreano, Moon Jae-in, dijo que, bajo ciertas circunstancias, estaría a favor de una reunión. Estados Unidos también se envía la señal de que no está cerrado al diálogo. Eso es lo que, aparentemente, quiere Corea del Norte. ¿Cuál es el por qué entonces de las repetidas provocaciones?
La cuestión de las pruebas de misiles o el diálogo no se contradicen desde la perspectiva norcoreana. Pyonyang sabe que la Comunidad Internacional se enfrenta a un gran problema: la carencia de alternativas. Las sanciones de por sí no surten el efecto deseado y las acciones militares no son realistas, ni políticamente, ni tampoco militarmente, porque gran parte de la infraestructura norcoreana se halla bajo tierra y no sabemos dónde está exactamente. Es decir, que un ataque militar no tendría mucho sentido.
Al final, solo queda la posibilidad de no hacer nada, como se pudo comprobar durante el mandato de Obama, lo que realmente no ayudó a logra la meta: vender la estrategia de que hay que esperar que se produzca el colapso.
Al final, no habrá más remedio que dialogar, y eso también lo saben los surcoreanos. Las provocaciones del pasado han funcionado siempre como una especie de catalizador diplomático y ponen de nuevo en marcha iniciativas diplomáticas.
Para Corea del Norte sigue siendo válido que, bajo las circunstancias actuales, su programa atómico no es negociable.
¿Qué tendría que suceder para que se den las posibilidades de que haya un nuevo diálogo en un futuro próximo?
Sería necesario que la Comunidad Internacional diera un paso en el diálogo para progresar en la cuestión del programa nuclear norcoreano. Y es que los requisitos fundamentales han cambiado completamente en la última década. Corea del Norte se considera a sí misma potencia nuclear y este estatus no lo querrá perder, a no ser que el precio político sea demasiado alto. Por ejemplo, perder garantías de seguridad y de no ser atacado. Esas garantías son actualmente inimaginables con el presidente, Donald Trump, en la Casa Blanca.
Sin embargo, veo una oportunidad a través del presidente surcoreano, Moon Jae-in Como cofundador de la "Política del Sol", la política exterior hacia Corea del Norte, sabe que a mediano plazo, el diálogo con Corea del Norte puede solo tener éxito si consigue separar el debate sobre la cuestión nuclear de la cooperación sociocultural o económica. Se podría crear más confianza, la base absoluta para el diálogo con éxito con Corea del Norte.
Es definitivamente interesante que la dinámica de tres gobiernos conservadores en Estados Unidos, Corea del Sur y Japón se haya roto. Con un presidente surcoreano liberal, quien ha reiterado una y otra vez la importancia del diálogo con Corea del Norte, existe la oportunidad de que se abran canales de diálogo que, desde hace muchos años, están aparcados.
Eric J. Ballbach es el coordinador del grupo de investigación "Corea del Norte y Seguridad Internacional" en el Instituto de Estudios para Corea de la Universidad Libre de Berlín.
Esther Felden (RMR/CP)