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Nobel de la Paz para Obama, el depositario de las esperanzas globales

9 de octubre de 2009

El presidente estadounidense, Barack Obama, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz y se convierte así en el cuarto jefe del gobierno de Washington en obtener esa distinción. Un comentario de Daniel Scheschkewitz.

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¡Qué noticia! Barack Obama, que no lleva siquiera un año al timón de la superpotencia estadounidense, es honrado con el Premio Nobel de la Paz. Mayor no podría ser el voto de confianza por adelantado para este hombre, depositario de las esperanzas globales. No obstante, el premio no le cayó del cielo. En menos de un año, Obama ha devuelto al mundo la esperanza en cuanto a la capacidad de liderazgo moral de Estados Unidos.

Él es el político que muestra a la gente del mundo entero la luz al final del túnel. Sus visiones apuntan a un mundo libre de armas atómicas, a una coexistencia pacífica entre cristianos y musulmanes y a un mundo que vuelve a cuidar sus recursos naturales con el esmero que corresponde. De este modo, Obama ha insertado nuevamente en la “Realpolitik” la perspectiva de un mundo más pacífico y mejor. Obama brinda a millones de personas en todo el mundo la sensación de que este planeta, sacudido por las crisis, aún no está perdido, ya sea en África, donde su imagen adorna una sencilla choza, o en los lujosos salones de Europa, donde con Bush se había perdido por completo la confianza en Estados Unidos.

En los pocos meses de su gobierno, Obama pronunció palabras claras de respeto hacia el Islam, en su notable discurso de El Cairo. Extendió una rama de olivo a Irán, dando señales de que también el conflicto en torno a su programa atómico se puede solucionar a través del diálogo. Renunciando al planeado sistema antimisiles en Europa del Este, cimentó notablemente su esfuerzo por reactivar junto con Moscú el desarme nuclear. Y uno de los portadores del Premio Nobel de la Paz, su compatriota Al Gore (galardonado en 2007), tiene motivos para ver en Obama a un digno sucesor, ya que ha iniciado un cambio de rumbo en la política estadounidense con respecto al medio ambiente.

Pese a todo, la decisión a favor de Obama deja un sabor extraño. Por mucho que uno pueda comprender la profunda reverencia ante las nobles intenciones de este hombre fuera de lo común, sus obras son más bien modestas en relación a sus grandes palabras. Eso no podría ser de otro modo, por la naturaleza del asunto. Aún así, Barack Obama todavía no ha resuelto el problema nuclear con Irán, ni ha podido poner fin a la guerra en Afganistán. El proceso de paz en el Medio Oriente requiere nuevos impulsos, tanto como las averiadas relaciones con Corea del Norte, un país que posee armas nucleares. Y también en los vínculos con la nueva superpotencia china hay más nubes que rayos de luz en el horizonte.

La concesión del Premio Nobel de la Paz a Barack Obama es, por lo tanto, menos un balance y más una mirada al futuro. El homenajeado debería interpretarlo como un acicate y una muestra de confianza. El mundo necesita más que nunca a alguien como él, en quien depositar sus esperanzas.

Autor: Daniel Scheschkewitz

Editora: Claudia Herrera