Reemplazar la “culpa” alemana por la “responsabilidad”
11 de agosto de 2019DW: "Heimat” (en alemán patria, tierra natal) es una palabra alemana cargada de significado: los nazis se apropiaron de ella, también lo ha hecho recientemente la extrema derecha. Edgar Reitz, director de una serie de películas en la década de los ochenta, dijo a DW en una entrevista que a día de hoy no habría dado ese nombre al proyecto. Es, en su opinión, un término difícil de defender. ¿Por qué lo escogió para su libro?
Nora Krug: Eso es exactamente por lo que decidimos titular el libro Heimat, porque sentíamos que necesitábamos reclamarlo, quitárselo a la extrema derecha. Es una búsqueda de lo que significa ser alemán y, a la vez, un compromiso con Alemania, en un sentido positivo. Creo que debería ser posible mirar críticamente al pasado y expresar amor por nuestro país al mismo tiempo.
Su memoria gráfica ofrece una interpretacion compleja y muy poética del concepto de "Heimat". ¿Se la ha ocurrido alguna forma sencilla de describir el término en las entrevistas?
No creo que tengamos una definición clara de la palabra Heimat aún. El objetivo del libro no era dar respuestas fácil o entender lo que significa ser alemán, sino que más bien era un intento de entender mejor la experiencia bélica alemana.
Incluso luego de todo el proceso de escritura del libro, no puedo decir lo que la palabra Heimat significa para mí realmente, en parte porque he estado viviendo en el extranjero durante 20 años en total. Y también es un concepto que cambia con el tiempo, igual que cambiamos nosotro y cambia la sociedad. Y así es como deberíamos abordarlo, como algo que no es estático, sino que puede cambiar y que puede significar cosas diferentes para personas diferentes.
Al empezar, ¿pensó en un libro para lectores alemanes o lectores en inglés?
Cuando escribí el libro originariamente tenía en mente una audiencia estadounidense, porque como alemana viviendo entre no alemanes en Estados Unidos había tenido que enfrentarme con frecuencia a estereotipos negativos sobre los alemanes, pero también a una falta de conocimiento sobre lo que hacemos con el legado de la guerra. Por eso escribí el libro en inglés en primer lugar.
Luego me di cuenta de que el mundo editorial alemán era uno de los que tenía más interés, porque vivir con este legado es un trauma para los alemanes también.
Su libro detalla la odisea para descubrir más sobre lo que la implicación de sus antepasados en la guerra. ¿Animaría a otros alemanes a hacer lo mismo?
Cada persona tiene su propia forma de lidiar con su pasado, por lo que no diría que hay una única forma de manejar esta cuestión. Pero personalmente pienso que es mejor saber que no hacerlo. A mí me costó vivir con huecos en la narrativa familiar. Quería preguntar tantas cosas como pudiera, y descubrir tanto como fuera posible. Y ahora tenemos muchas posibilidades tecnológicas para encontrar información, lo cual no estaba disponible hace 15 años, por ejemplo. Algunos archivos, además, no habían sido hecho públicos aún.
Ahora entendemos cómo algunas personas acabaron uniéndose al nacionasocialismo sin haber cometido crímenes de guerra, por lo que debería ser algo a esperar en muchas familias. No obstante, usted describe como muy emocional el momento en el que descubrió que uno de sus familiares fue oficialmente categorizado como "seguidor” en la desnazificación. ¿Por qué le dolió tanto?
Siempre había sospechado que nadie en mi familia había sido un nazi relevante, porque ese es el tipo de información que no se puede ocultar; habría salido a la luz mucho antes.
Pero crecí con la narrativa de mi abuelo Willi como alguien que había votado toda su vida a los socialdemócratas, que eran los principales enemigos políticos del nazismo. Siempre estuvo ese mito de él completamente al margen del régimen nazi. Así que, cuando descubrí en el archivo que en realidad había sido miembro del partido, en un momento en el que no era fácil unirse, me sorprendió y dolió mucho, porque tuve que controntar un lado de él que era incómodo: el de una persona que fue oportunista en sus decisiones, e incluso un cobarde.
La ambigua postura de sus antepasados durante la guerra –no eran criminales nazis pero no participaron en la Resistencia- no solo refleja el caso de la mayoría de la sociedad alemana, sino que también hace su libro más universal. Al final, la conclusión que saca uno es: "esa podría haber sido mi familia", o incluso "ese podría ser yo, a día de hoy". ¿Era ese uno de sus objetivos con este libro?
Sí, exactamente. Creo que la zona gris de la guerra, esas personas que no encajan perfectamente en las categorías de luchadores de la Resistencia, víctimas, figuras relevantes del nazismo o criminales de guerra, esa es la categoría más importante, porque es probablemente con la que la mayoría de nosotros nos identificamos. Y probablemente la que nos enseñe más sobre cómo funcionan los regímenes dictatoriales.
La sociedad alemana ha pasado por alto a ese grupo de personas, porque es fácil decir "bueno, todos eran simpatizantes, y mi familia no fue la excepción". Pero creo que eso es demasiado fácil. El término simpatizante es mucho más amplio. Había simpatizantes que salvaron a judíos. Y había simpatizantes que cometieron crímenes terribles. Por eso siento que es tan importante prestar atención a las narrativas individuales y tratar de deconstruir los mitos individuales que quizás circulan en nuestra familia.
Muchos alemanes argumentaron que no se dieron cuenta de lo que estaba pasando bajo el mandato de Hitler. A día de hoy estamos muy bien informados de los problemas del mundo y estamos siendo testigos de sucesos en Estados Unidos que son comparados a menudo con lo que pasó en Alemania en los años treinta. Como estadounidense naturalizada de origen alemán, ¿cuál es su reacción a la situación política contemporánea allí?
Lo que está ocurriendo en Estados Unidos en este momento es escalofriante. Creo que hay parelelismos en algunos de los comportamientos que estamos viendo, por ejemplo en cómo el lenguaje se está volviendo más agresivo, lo cual es un problema, por supuesto. De hecho, estoy leyendo Mein Kampf ("Mi lucha”, escrito por Hitler) ahora por primera vez en mi vida, y es evidente que el lenguaje es la semilla de la violencia. Pero creo que la comparación entre Hitler y Trump es demasiado simplista desde un punto de vista histórico, pese a que algunos rasgos de personalidad sean parecidos.
¿Le asusta más la elección de políticos de extrema derecha en Alemania?
Creo que es igual de aterrador. Como alemana, estoy muy preocupada por lo que pasa aquí. Una de las cosas que me preocupan más es el hecho de que la sociedad esté tan dividida a día de hoy y cada vez sea más difícil hablar los unos con los otros, tener un diálogo civilizado. Creo que Alemania ha infravalorado lo que estaba pasando debajo de la superficie durante mucho tiempo. Ahora tenemos que tomárnoslo en serio.
¿Y cuál es su papel como artista en este contexto?
Uno de los principales objetivos de mi libro era darle una cualidad universal a la historia, de forma que no se aplicase solo a Alemania y al régimen nazi, sino que permita al lector proyectar la situación de entonces a lo que está pasando ahora. Y quizás encontrar vías para reemplazar el término "culpa” por el de "responsabilidad” y pensar sobre lo que podemos hacer en la actualidad para contribuir a una sociedad tolerante y defender nuestra democracia. Solía pensar que la democracia era algo estático, pero ahora me doy cuenta de que es un proceso. Y de que necesitamos defenderlo constantemente.
Nora Krug, nacida en 1977 en Karlsruhe, Baden, vive y trabaja como escritora e ilustradora en Nueva York. En 2018, salió su último trabajo "Heimat", en el que se ocupa de su propia historia familiar.
(eal/few)
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