"Objetivo principal de Colombia debe ser reducción de violencia"
23 de febrero de 2007Este 23 de febrero se cumplen cinco años de la desaparición del Íngrid Betancourt: política verde, candidata independiente a la presidencia colombiana, francesa de nacionalidad. Desde hace tres años poco o nada más que rumores se sabe sobre su paradero.
Betancourt es un símbolo. Ninguna otra secuestrada despierta tanto interés fuera de Colombia ni alcanza el nivel de popularidad de la política. Su media década en manos de las FARC, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, ejemplifica lo lento que avanza el proceso de paz en el país latinoamericano. Sobre este proceso y sobre ella y otros secuestrados habló DW-WORLD con el director en Colombia de la alemana Fundación Friedrich Erbert, Hans Blumenthal.
DW-WORLD: Íngrid Betancourt es la secuestrada más famosa de Colombia, pero no la única: al día de hoy, unas 3.000 personas siguen cautivas en el país. ¿Lucha el Gobierno colombiano con suficiente fuerza contra este ya endémico problema?
Hans Blumenthal: El Gobierno se encuentra en este caso, como en otros muchos, ante un dilema: si paga el precio exigido, es decir, unos 100 guerrilleros a cambio de los 50 secuestrados que las FARC han ofrecido en uno de los llamados "acuerdos humanitarios", recompensa indirectamente los secuestros. Pero por otro lado, se encuentra ante la obligación humanitaria de hacer todo lo posible por los secuestrados.
DW-WORLD: Cinco años es mucho tiempo… ¿cree que Betancourt sigue con vida?
H. B.: Se han dado casos en los que los secuestrados en Colombia pasaron 12 años o incluso más en manos de sus captores. Señales de vida inequívocas de Betancourt las tuvimos por última vez hace tres años pero hay indicios, rumores de que sigue con vida. El mismo Gobierno ha declarado que es posible que Betancourt ya no esté en Colombia, sino en el extranjero, seguramente en algún país vecino como Ecuador o Venezuela. Es la evidencia de que las FARC van a hacer todo lo posible por mantener con vida a su prisionera más famosa, y por lo tanto más valiosa.
DW-WORLD: Betancourt es un símbolo. ¿Podría considerarse su liberación también como simbólica?
H. B.: Podría considerarse simbólica si fueran las FARC quienes la dejaran en libertad. Si se tratase de una huída, no tendría ningún valor. La moral de las FARC se vería debilitada, pero no tendría mayores consecuencias. Las FARC intentarían entonces por todos los medios secuestrar a alguna otra personalidad. Aunque conseguir a alguien tan famoso les resultaría muy difícil porque, no hay que olvidarlo, Íngrid Betancourt es francesa y juega un papel muy destacado en Francia, tiene mucho carisma, ha escrito un libro muy conocido… y Francia presiona mucho.
DW-WORLD: ¿Es Betancourt también un símbolo en Colombia o su fama se restringe al extranjero?
H.B.: Yo diría que es más un símbolo en el extranjero. Betancourt era una persona famosa en Colombia pero su candidatura electoral nunca tuvo la más mínima posibilidad. Algunos colombianos consideran que su país no está descrito correctamente en el libro que escribió. Pero todo es cuestión de a quién se le pregunte.
DW-WORLD: Guerrilleros, paramilitares, Gobierno, tráfico de drogas, negocio con los secuestros… ¿qué posibilidades hay de que el proceso de paz en Colombia llegue a buen puerto?
H. B.: El conflicto colombiano es uno de los más viejos y largos del mundo. Con el paso del tiempo, este conflicto ha desarrollado una dinámica propia y ha olvidado sus causas iniciales, que eran la injusticia y la falta de democracia. Después de que durante 25 años diferentes gobiernos intentaran negociar con las guerrillas, con un solo éxito a comienzo de los años 90, el actual presidente [Álvaro] Uribe comenzó a finales de 2003 un proceso para desmovilizar a los paramilitares que cosechó algunos éxitos: unos 35.000 paramilitares fueron desmovilizados y, en los últimos años, unos 7.000 guerrilleros se han desmovilizado a título personal. Pero este proceso conlleva muchos riesgos y las críticas fueron importantes, tanto dentro como fuera del país.
El objetivo principal en Colombia debe ser la reducción de la violencia. Colombia es el país con el mayor número de secuestros del mundo. Y se negocia con los grupos que están dispuestos a negociar.
DW-WORLD: Constantemente se habla de que Colombia realiza importantes progresos. ¿Cómo pueden convivir la violencia y la normalidad democrática?
H. B.: Esa es una de las cosas que resultan más difíciles de comprender. Quien vive en los barrios de clase media o alta de Bogotá, percibe poco del conflicto y de la violencia. Hoy en día, por ejemplo, los índices de criminalidad de Bogotá se encuentran por debajo de los de Caracas. Pero en otras zonas del país la situación es muy diferente. En algunas regiones o reinan los paramilitares o reina la guerrilla.
Por eso es buena señal que en los últimos meses hayan aumentado las investigaciones sobre los llamados "parapolíticos", es decir, políticos regionales que se asocian con los paramilitares para obtener beneficios electorales o financieros: un fenómeno que se conocía desde hace tiempo en Colombia pero contra el que nunca se hizo nada. Ahora por fin hay incluso senadores en la cárcel, a los que seguramente les seguirán otros muchos.