100 años para llegar a Bellas Artes
19 de agosto de 2013Después de casi 20 años de no existir exposición alguna de la artista, por vez primera el Museo del Palacio Nacional de Bellas Artes en la Ciudad de México cobija una exhibición dedicada solamente a ella: “Olga Costa. Apuntes de la naturaleza 1913-2013”. La intención es presentarla como una de las creadoras fundamentales del movimiento moderno del siglo XX.
Su nombre es hasta ahora casi desconocido. Cuando mucho se le asocia con el de su esposo el pintor mexicano José Chávez Morado o con el museo en la ciudad de Guanajuato, que lleva el nombre de ambos. “Hay toda una generación de artistas plásticos que nunca han visto una sola exposición de Olga Costa”, explica el curador de la exhibición en Bellas Artes, Juan Rafael Coronel Rivera. “Yo creo que va a tener mucho impacto, porque es una pintora muy buena, de una factura extraordinaria, y sus temáticas son sumamente interesantes. “
¿Quién fue Olga Costa?
De apellido originalmente Kostakowsky, llega a la Ciudad de México a la edad de 12 años. Su familia emigra de Berlín, luego de que su padre el músico y actor político ruso, Jakob Kostakowsky, fuera liberado de la cárcel en 1925. La familia rápidamente se relaciona con la élite cultural mexicana por medio de la cual Olga Costa conoce a Diego Rivera. Tal es su admiración por el trabajo del muralista, que decide dejar la música, ámbito en el que se había desarrollado hasta esa entonces, y dedicarse a la pintura.
Comienza tomando clases en la Academia de San Carlos, la cual, sin embargo, abandona tan sólo unos meses después, porque no le gusta el sistema de enseñanza. “Hay que entender que Olga por la familia en la que se desarrolla ya tenía una gran cultura y un bagaje plástico muy desarrollado. Vive en Berlín hasta 1925 donde ya existía la Bauhaus y su padre siempre estuvo involucrado en todas las cuestiones culturales”, explica Coronel Rivera. Es por ello que a la obra de Costa se le considera más bien de origen autodidacta, porque nunca termina su formación plástica en ninguna academia.
En 1936 se casa con José Chávez Morado, quien pertenece a la tercera generación de muralistas mexicanos. Sin embargo éste nunca interviene en las obras de Costa ni las influencia. “De hecho uno de los aspectos más importantes de la exposición es aislarla de Chávez Morado y presentarla como una artista individual y única”, así Coronel Rivera. Olga cambia su apellido a “Costa” debido a las dificultades que enfrenta en un México post-revolucionario nacionalista, en el que a los artistas extranjeros, incluido su padre, no se les quiere reconocer.
La Vendedora de Frutas
La obra más conocida de Olga Costa se titula “La Vendedora de Frutas” y data del año 1951. También es su cuadro más grande con medidas de 2.7 metros de ancho por 1.50 de largo. “La obra es tan poderosa que en exposiciones alrededor del mundo ha desplazado incluso a las de Frida Kahlo”, explica Coronel Rivera. Considerando su fuerza, en esta exposición se le ha aislado de las otras 73 pinturas que están dividas por temas, para que no distraiga a los visitantes.
Se calcula que el período productivo de Costa comienza en 1933 y termina en 1984, más de 50 años de trabajo en los que va cambiando no sólo su estilo, sino también su ideología. En la primera sala de exhibición se muestra la personalidad de la artista por medio de retratos y autorretratos: Olga Costa vista por sí misma. “Allí claramente se plasma como extranjera, caucásica, denotando lo rojizo de su pelo y lo claro de sus ojos y piel”, dice Coronel Rivera. En los apartados “El paisaje como metáfora abstracta” y “La naturaleza muerta, muerta” en cambio, se hace énfasis en su interés por los paisajes y la intrusión del ser humano en la naturaleza misma.
Otra mexicana con raíces alemanas
Lo primero que llama la atención de Olga Costa al llegar a México, es el clima. La brillantez del sol y la transparencia de los cielos es algo que no conoce de su infancia en Berlín y que se refleja en muchas de sus obras, siempre muy luminosas. A pesar de sus repetidos viajes a Europa, Olga decide quedarse a vivir en México. Le fascina que allí no exista el invierno como lo conoce de Alemania. Además se interesa mucho por la cultura indígena, lo que se aprecia claramente en muchas de sus obras.
Aunque a diferencia de muchas de las pinturas de corte político de Frida Kahlo, las de Olga son más bien de origen naturalista, las dos compartían una ideología de izquierda. “Hoy casi no se encuentran registros sobre Olga Costa en los archivos de Frida Kahlo, pero ellas eran amigas”, constata la biógrafa y experta en Frida Kahlo, Christine Fischer-Defoy, “incluso montan una exposición en conjunto en 1947”. Coronel Rivera quien ha dedicado tres años a descubrir más sobre la vida de Costa explica que “son las diferencias políticas entre los maridos de ambas, Diego Rivera y José Chávez Morado, las que no permitieron que la amistad floreciera del todo”.
La documentación sobre Costa hasta ahora no ha sido muy extensa, sin embargo, 50 cartas inéditas fundamentan gran parte de esta exposición que estará abierta en el Museo del Palacio de Bellas, en Ciudad de México, del 21 de agosto al 27 de octubre de 2013.
Autora: Ofelia Harms
Editora: Claudia Herrera Pahl