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Opinión: Colombia, elecciones sin ganador

Uta Thofern
18 de junio de 2018

Una vez más, Colombia votó en contra del proceso de paz. Una izquierda fortalecida hizo posible la victoria de un populista de derecha. El paradójico resultado electoral muestra la división del país, opina Uta Thofern.

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Kolumbien Ivan Duque in Armenia
Imagen: picture-alliance/AP Photo/F. Vergara

Solo una cosa está clara: las cosas no van a ser fáciles para Iván Duque como presidente. El simpático y políticamente inexperto abogado llegó a la presidencia de la mano de un político de línea dura. Y es que Duque le debe su popularidad al apoyo del expresidente Álvaro Uribe.

Ahora el simpático populista deberá gobernar y cumplir sus promesas electorales: "Hacer trizas” el acuerdo de paz, actuar con mano dura contra el cultivo de coca, fortalecer los "valores familiares tradicionales” y, desde luego, impulsar la economía.

Nada de esto será fácil. Duque no tiene una mayoría propia en el Congreso y Colombia ya no es el mismo país que Uribe gobernó una vez. El resultado electoral mostró claramente que, si bien las posiciones izquierdistas aún no consiguen mayorías en una Colombia tradicionalmente conservadora, sí son ampliamente aceptadas en la sociedad: con más de un 40 por ciento de los votos, el candidato populista de izquierda Gustavo Petro alcanzó un resultado sorprendentemente bueno.  

Uta Thofern dirige la redacción latinoamericana de DW.
Uta Thofern dirige la redacción latinoamericana de DW.

La ironía de la historia es que precisamente la fuerza de Petro hizo posible la victoria de Duque. Si un candidato más moderado hubiese llegado a segunda vuelta, probablemente más electores tradicionalmente del centro hubiesen votado en contra del populista de derecha.

Presidente con poco apoyo

Sin embargo, ahora el apoyo al presidente Duque en el Congreso se tambalea. El mandatario se enfrenta, además, a una fuerte oposición y a una sociedad civil más segura de sí misma, así como a una comunidad internacional que apoya el proceso de paz. Tendrá que hacer concesiones.

Los logros del proceso de paz son demasiado grandes: Colombia se ha vuelto más segura y más abierta. Se ha convertido en un país que ya no es una zona de exclusión, que vuelve a jugar un papel en la esfera internacional y que interesa a los inversores. Con una sociedad civil que ha tomado conciencia de sus derechos y que ya no se dejará marginar por estructuras patriarcales.

El proceso de paz no ha dividido al país. Solo reveló dónde radican los verdaderos problemas: en la increíblemente inmensa desigualdad social, las estructuras casi feudales y las ideas sociales anticuadas. Ha dado voz a personas que nunca han tenido representación política. El hecho de que la guerrilla de las FARC pretendiera representar sus intereses desacreditó cualquier proceso social durante años. Esto ha llegado a su fin y no debe volver jamás.

Nuevos matices ya en la noche de las elecciones

Iván Duque es considerado inteligente y flexible. No querrá que la guerrilla vuelva a la selva, y sabrá que una victoria militar es una ilusión. Ya en la noche de las elecciones, el nuevo presidente sonaba muy diferente que durante la campaña electoral. Ya no quería "romper el acuerdo de paz en pedazos", sino "asegurar que la paz llegue a todas partes". Para lograrlo, Duque tendrá que trabajar en la, hasta la fecha, muy imperfecta implementación del acuerdo, ofrecer a la población de las antiguas regiones guerrilleras una perspectiva y prevenir nuevos conflictos sociales.

Gran parte de sus electores espera que Duque cambie el acuerdo de paz y, sobre todo, que imponga castigos más severos a la dirección de la guerrilla. Al mismo tiempo, Duque depende del apoyo de Uribe y de su partido. Sin embargo, ya hubo a alguien que logró salir de una situación similar respecto a Uribe: Juan Manuel Santos, presidente en funciones de Colombia y Premio Nobel de la Paz.

La elección en Colombia no tiene ganador. Duque tiene una tarea muy difícil por delante si quiere garantizar que no solo haya perdedores.

Autora: Uta Thofern (GG/CP)

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