Opinión: La “Ejército del Parlamento”
29 de diciembre de 2015No se trata de una misión de combate. Por ahora no. Y es por eso que el Gobierno alemán no se molestó en solicitar un mandato del Parlamento para enviar a Turquía los aviones AWAC que la OTAN pidió con miras a hacer grandes vuelos de reconocimiento sobre el territorio turco. Sin embargo, el acto de estacionar esas naves en Turquía está más cerca de un escenario de conflicto armado que los vuelos rutinarios sobre los socios de la OTAN en Europa del Este durante la crisis de Crimea. La aprobación de esa misión tuvo como objetivo enviar una señal política: de cara a Rusia, la alianza atlántica fortaleció su presencia y su sensibilidad con los “ojos voladores”.
Quienes critican al Ejecutivo germano por no consultar previamente al Bundestag pueden argumentar citando un caso histórico puntual: en 2003, cuando los socialdemócratas gobernaban en coalición con Los Verdes y la Guerra de Irak comenzaba, los soldados alemanes pilotaban sobre Turquía los aviones AWAC sin el visto bueno del Parlamento. Las aeronaves estaban desarmadas, sí, pero estaban dotadas con sistemas de alerta temprana y control aerotransportado para vigilar el cielo a su alrededor. Tras entablar demanda contra esta moción del Gobierno, a la fracción parlamentaria del Partido Liberal (FDP) se le dio la razón. “La reserva parlamentaria en materia de derecho constitucional para la defensa entrará en vigor cuando, dependiendo de las circunstancias, quepa esperar concretamente el involucramiento de soldados alemanes en enfrentamientos armados. Esa condición puede ser comprobada en un tribunal”. Aunque breve, este principio jurídico –incluido en la redacción de aquella sentencia, favorable al FDP– fue una auténtica bofetada para el Gobierno alemán de 2003. En retrospectiva, los magistrados del Tribunal Constitucional de Alemania dieron por sentado el peligro concreto de un ataque iraquí contra Turquía.
El argumento del Gobierno alemán está en el límite de lo aceptable
Doce años después, el Gobierno alemán asegura que hoy no se corre peligro concreto alguno. “Ni la milicia terrorista Estado Islámico dispone de una fuerza aérea ni es previsible que el líder sirio, Bashar al-Assad, use su aviación para atacar a Turquía. Tampoco hay indicios concretos de que Rusia tenga la intención de usar su fuerza aérea en contra de Turquía”, se alega en un documento del Gobierno alemán.
Puede que esa narrativa luzca comedida y correcta; pero, a más tardar desde el derribamiento de un avión de combate ruso en la frontera turco-siria, esa argumentación está en el límite de lo aceptable. Ese episodio, ocurrido el 24 de noviembre de 2015, causó conmoción a escala internacional; las bolsas del mundo temblaron y la relación entre Ankara y Moscú se congeló.
Por si fuera poco, el derribamiento del avión ruso fue seguido, pocos días después, por una reunión de los ministros de Exteriores de la OTAN en Bruselas donde se discutió sobre los difíciles vínculos con Rusia. Allí decidieron, entre otras cosas, el uso de los aviones AWAC y, en consecuencia, el involucramiento de los soldados alemanes.
Esa noticia pasó inadvertida para la mayoría de los alemanes a principios de diciembre. Y es que la escena política berlinesa ya había discutido y aprobado a toda prisa el mandato del Parlamento para que el Ejército alemán luchara contra el autoproclamado Estado Islámico.
De eso hace ya cuatro semanas. En ese tiempo se habría podido informar al Parlamento o a sus expertos en defensa sobre las implicaciones jurídicas del involucramiento de soldados alemanes a bordo de aviones AWAC. Si fuera cierto, como se dice por estos días, que la información llegó al escritorio de los diputados en el último día de sesiones del Bundestag, antes de las festividades decembrinas, estaríamos ante una situación extraña y relevante, en todo caso, para una evaluación constitucional dentro de cinco años.
Por cierto, hace ya siete semanas se celebró por todo lo alto en Berlín el 60º aniversario de la Bundeswehr. Y en el marco de esa ceremonia se le elogió mucho su rol como “Ejército del Parlamento”. El presidente del Bundestag, Norbert Lammert, aseguraba que no había ningún otro país en el mundo en el que el anclaje de una Armada en el Estado democrático estuviera tan legitimado por un Parlamento como en Alemania. Ese carácter de “Ejército del Parlamento” viene con responsabilidades. En cada decisión.