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Opinión: El ocaso de Angela Merkel

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Ines Pohl
25 de septiembre de 2018

Un cambio de líder de su propia bancada evidencia que la canciller alemana ya no puede convocar mayorías ni en sus propias filas. Surge la amenaza de un pronto final de este Gobierno, dice Ines Pohl, editora jefa de DW.

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La canciller Angela Merkel sale de la votación de su propia fracción en la que su candidato fracasó.
La canciller Angela Merkel sale de la votación de su propia fracción en la que su candidato fracasó. Imagen: picture-alliance/dpa/B.von Jutrczenka

Los jefes de un grupo parlamentario son particularmente exitosos cuando su trabajo se nota lo menos posible. En el sistema alemán de partidos son los responsables de lograr mayorías entre sus propios diputados en torno al líder del partido respectivo. Si el líder del partido es al mismo tiempo el/la canciller, se aseguran de que el/la jefe del Gobierno pueda hacer su trabajo lo más silenciosamente posible. En teoría.

Ahora nada en el actual gobierno federal se está ejecutando silenciosamente. Hasta las largas negociaciones de coalición estuvieron acompañadas de intrigas, renuncias y la permanente amenaza de nuevas elecciones. Y ahora, casi exactamente un año después de las elecciones federales, es solo cuestión de tiempo hasta que la alianza se rompa de nuevo y Alemania deba elegir un nuevo Gobierno.

Una revolución de palacio

La confianza de la población en el Gobierno no solo se ha perdido por las riñas internas entre los tres partidos de la coalición gobernante. Ahora, Angela Merkel ha perdido la mayoría en su propio campo. El fracaso de su confidente de larga data, el líder de la fracción, Volker Kauder, es una revolución de palacio que solo puede terminar en un escenario: nuevas elecciones, sin Angela Merkel, la mujer que ha marcado el destino de Alemania y Europa durante los últimos 13 años.

Ines Pohl, editora jefa de DW
Ines Pohl, editora jefa de DWImagen: DW/P. Böll

El hecho de que la elección de Ralph Brinkhaus, un político especializado en finanzas y casi desconocido, tuviera lugar justo en el momento en que Donald Trump atacara verbalmente a Alemania ante la Asamblea de Naciones Unidas arroja una luz especialmente extraña sobre el estado de la potencia económica más grande de Europa.

Demasiados miembros del actual Parlamento alemán parecen no haber reconocido, hasta ahora, la gravedad de la situación. Fueron elegidos por los ciudadanos para trabajar por el bien del país. Y no para suspender el gobierno durante semanas, para discutir sobre pequeñeces y detalles personales, y así fortalecer aún más al partido populista de derecha AfD.

Desmonte de la única figura confiable

Desde el primer día, este Gobierno federal ha carecido de un proyecto político común y, sobre todo, de figuras ejecutivas con el carácter para gobernar Alemania de manera responsable en estos difíciles tiempos. La única gran figura confiable era, hasta este histórico martes 25 de septiembre, Angela Merkel, quien tendía un manto sobre las profundas divisiones de la coalición gobernante y en sus propias filas.

Ese estado se acabó. Los miembros de la fracción cristiano-demócrata y cristiano-social (CDU y CSU) no solo no votaron por Volker Kauder, sino que desmontaron a la canciller federal públicamente, en estos tiempos de inestabilidad. Entonces la pregunta que se plantea ahora no es si el final de Angela Merkel es inminente, sino qué tan rápido será.

Esto es digno de destacar. No solo porque el AfD y Donald Trump se deben de alegrar mucho. 

Ines Pohl (jov/er)