Opinión: elecciones en tiempos difíciles
13 de marzo de 2016La Unión Cristiana Demócrata (CDU) perdió parcialmente en Baden-Württemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt. Pese a esto, Angela Merkel continuará fungiendo como canciller en la lejana Berlín. También conservará su lugar como presidenta de su partido. Julia Klöckner, la esperanza naciente en Mainz para la CDU, tiene camino por delante para llegar a ese sillón. Quizá un camino demasiado largo. Luego de su discreto resultado electoral, la candidata de Renania-Palatinado deberá tener paciencia, si es que sigue manteniendo sus aspiraciones políticas.
Hubiera sido un milagro que no se produjeran estas pérdidas en parte dramáticas para la CDU. Las dudas en la población acerca de la política de refugiados del gobierno federal son demasiado grandes. Y esa política no solo es defendida por Merkel, sino también por los socialdemócratas. Por tanto, el SPD, socio minoritario de Merkel, es el segundo gran perdedor de estas elecciones regionales. Todo lo que haga o se proponga a coalición gubernamental en Berlín en materia de asilo, repercute con toda intensidad en los 16 estados federados. Por primera vez, la población pudo manifestar en estas elecciones regionales lo que piensa acerca de esta política. Fue un ensayo representativo del ánimo entre los electores, y arrojó los resultados esperados.
AfD: sin refugiados no estaría ahí
Y de todo ello se alegra un solo partido: la llamada Alternativa para Alemania (AfD). Sin la crisis de refugiados, la AfD quizá ni siquiera habría alcanzado el mínimo de 5 por ciento para entrar en parlamentos regionales. Pero ahora lo hace presentando niveles de votación de dos dígitos en los tres parlamentos para los cuales se votó el domingo. No hace ni un año, los contradictorios sectores de la AfD se despedazaron entre sí, públicamente. Se quedaron los más incitadores, a los cuales no les bastaba con criticar a la unión monetaria europea. Buscaron, y encontraron, la cercanía con el movimiento islamófobo Pegida.
El éxito del AfD este domingo era inevitable, e incluso puede resultar benéfico para la democracia. Pero corresponde a los demás partidos tomar en serio la clara señal salida de estas elecciones regionales. Es una muy merecida llamada de atención acerca de una política crecientemente contradictoria y carente de credibilidad. Entre los críticos más fervientes de Merkel en su propio partido figuran la célebre Klöckner en Renania-Palatinado y su contraparte en Baden-Württemberg, Guido Wolf. Recibieron la factura en estas elecciones regionales.
Los partidos de protesta vienen y se van
La ira y el rechazo no son las motivaciones políticas ideales, pero son legítimas. Siempre ha habido el llamado “voto de castigo”. Suelen aprovecharse de él los partidos de derecha o incluso de extrema derecha. Pero ninguno ha podido anclarse en la vida parlamentaria: ni los Republicanos, ni la DVU, ni el NPD o el efímero Partido Ofensiva por el Estado de Derecho. Al final, lo que decide es la sustancia, y en el caso de la AfD, ésta es muy delgada. Sin embargo, la CDU, la CSU, el SPD, La Izquierda, Los Verdes y el Partido Liberaldemócrata (FDP) deben evitar confiarse en las debilidades de la AfD.
Para los partidos tradicionales, lo que se impone es apoyarse en sus propias fortalezas y convicciones. En términos de estas elecciones regionales, esto significa construir coaliciones aptas para gobernar, lo más rápidamente posible. Los tiempos actuales son muy complicados y graves como para atascarse en rencillas político-partidistas. Si los nuevos gobiernos regionales demuestran que son capaces de llevar a cabo políticas dignas de confianza y credibilidad –y no solo en el tema de los refugiados-, esto significaría una prueba de la vitalidad y flexibilidad de la democracia representativa. Entonces podríamos mirar con relativa tranquilidad hacia los próximos comicios de septiembre en Mecklemburgo-Pomerania Occidental y en la ciudad-Estado de Berlín.