Opinión: Sopesa tus palabras
4 de marzo de 2016“Abramos nuestros corazones a la misericordia. La misericordia de Dios es más fuerte que el pecado”, tuiteó el Papa este viernes. Es de suponerse que sus tuits son revisados en el Vaticano antes de ser publicados, en parte, para asegurar que no rebasen el límite de 140 caracteres. En la vida real, en cambio, Francisco no siempre atina el tono.
Nuevamente una frase del Papa suscita polémica. “Hoy día, podemos hablar de una invasión árabe. Eso es una realidad social”, dijo Francisco. Estas palabras no las cita un periódico italiano cualquiera, esperando que las controversiales declaraciones teológicas del Sumo Pontífice agraden a los lectores. No, las cita el Osservatore Romano, el periódico del Vaticano.
Un contexto más amplio
Qué pensarán ahora los voluntarios católicos en el estado federado de Sajonia o la parroquia en la ciudad de Bonn, que ayudan a los refugiados y que ya de por sí tienen viento en contra. En el futuro seguramente escucharán: ¡Incluso el Papa habla de una “invasión árabe”! Sus palabras suscitan imágenes de tropas, soldados y combatientes.
Desde luego, esto no es lo que quería decir Francisco. Sin embargo, esas fueron las palabras que usó. El discurso sobre la “invasión árabe” debe ser analizado en un contexto más amplio. El Papa habló de retos y nuevas oportunidades en el marco de la crisis de refugiados. A lo largo de su historia, Europa ha vivido muchas invasiones, “pero siempre ha sabido crecer, avanzar y beneficiarse del intercambio cultural, sin perder su esencia”, dijo el jerarca católico.
Un intenso diálogo con el islam
Dos veces habló de “invasiones”. Justamente el Papa que, tras su simbólico primer viaje a Lampedusa, se convirtió en la conciencia de Europa, en el defensor de los derechos humanos de los refugiados, eligió este término. Francisco no se cansa de apelar a la responsabilidad de Europa y de los países ricos. Para muchos es un portador de esperanza.
Incluso muchos musulmanes (pero Francisco no habla de musulmanes, sino de árabes) aprueban sus gestos de acercamiento: a finales de enero, el presidente iraní, uno de los chiitas más poderosos, visitó el Vaticano; diez días más tarde, Francisco recibió al gran jeque de la Universidad de al-Azhar, en El Cairo, uno de los líderes espirituales más importantes de los sunitas. Y, próximamente, el Sumo Pontífice visitará la Gran Mezquita de Roma.
En septiembre de 2006, el papa Benedicto XVI pronunció un discurso bastante inteligente sobre la relación entre la fe y la razón. Una cita de un texto medieval sobre la violencia motivada por preceptos religiosos suscitó críticas, odio y provocó manifestaciones en el mundo musulmán, así como ataques contra instituciones cristianas. Está claro que Benedicto XVI no tenía la culpa. Pero las palabras habían sido pronunciadas y la indignación ya no se pudo frenar.
Elige bien tus palabras
Una vez más, Francisco no atinó el tono. En el pasado ha dicho que los católicos no deberían reproducirse “como conejos”. En otra ocasión, aprobó los golpes ligeros en la educación de los hijos, e incluso ha comparado al continente europeo en crisis con una “mujer estéril”.
Lo último lo dijo frente al Parlamento Europeo en Estrasburgo en noviembre de 2014, y es un buen ejemplo de cómo la elección de sus palabras adquiere una dinámica propia. Hace cuatro semanas, circuló en los medios la noticia de que la canciller Angela Merkel había llamado enfurecida al Vaticano, criticando al Papa por comparar a Europa con una mujer estéril. Esto Francisco aparentemente se lo había contado a los medio italianos. No obstante, en seguida el Gobierno alemán desmintió que Merkel haya hablado por teléfono con el jerarca católico. Más tarde, el Vaticano afirmó que esa llamada nunca tuvo lugar.
En el caso de la reciente declaración sobre la “invasión árabe”, la Santa Sede lamentó que un largo y profundo discurso del Papa haya sido reducido a una frase. Pero, ¿por qué nadie en el Vaticano nunca le dice a su jefe: “Sopesa tus palabras”?