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Opinión: Terrorismo y horror

Christoph Strack23 de julio de 2016

Pánico y terror en Múnich. El baño de sangre en el centro comercial Olympia de la capital de Baviera golpea de lleno a Alemania. El país se enfrenta a una dura prueba, opina Christoph Strack.

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Imagen: picture-alliance/dpa/M. Balk

Fue una tarde terrible, y lo que viene será más triste. Disparos, heridos, muertos. Locura en el ambiente y sospecha de un acto terrorista. En todo caso, para las personas que vivieron de cerca estos sucesos se trata, claramente, de un ataque que es obra del terrorismo. Y justo en Múnich, la orgullosa capital de Baviera. Este estado federado es conocido por su buen trabajo policial y su ánimo vigilante, y por lo cual a veces es criticado.

El terrorismo siembra el espanto. Y el espanto ha llegado a las ciudades alemanas. Es el mismo que hace cinco años se desató en Utoya, donde el noruego Anders Breivik cometió una masacre. Y es el mismo de hace unos días en Niza.

Y naturalmente, como en un reflejo aparece el recuerdo instintivo de los ataques de la útlima semana. El terrible baño de sangre, con por lo menos 84 muertos, en la ciudad de Niza, en el sur de Francia; 84 vidas que en la tarde veraniega de una fiesta nacional encontraron un final cruel.

¿De dónde viene el odio?

Y también el atentado a manos de un joven refugiado en un tren de Wurzburgo, incidente en el que resultaron heridos varios turistas chinos. Alemania contempló ahí, por primera vez, el odio manifiesto de un hombre de 17 años hacia el país y las personas que lo ayudaban.

Christoph Strack, periodista de DW
Christoph Strack, periodista de DWImagen: DW

Pero actualmente es importante establecer algo: no está para nada claro cuál es el trasfondo de este ataque. No vienen al caso los señalamientos apresurados. Todo se deberá aclarar.

Y justo aquí es cuando surgen muchas preguntas en las que es necesario insistir. Preguntas que deben ser respondidas, y cuya respuesta quizá nunca sepamos, o que pueden resultar dolorosas.

Habrán personas cuyas desesperadas interrogantes permanecerán para siempre sin una respuesta. El Estado y las autoridades tienen ahí una gran tarea pendiente. Por el momento, debe agradecerse a cada policía que ofrece seguridad a los ciudadanos y que con ello conscientemente arriesga su vida.

Redes “asociales”

En un momento así, las redes sociales resultan todo menos lo que dicen ser: sociales. En muchos casos actúan de manera asocial y denigrante para las personas. Aún no se había confirmado el primer muerto por el ataque muniqués, y cundía el miedo, cuando usuarios ya pedían con júbilo en Twitter la dimisión o una moción de confianza contra la canciller Angela Merkel.

También las imágenes del centro comercial Olympia. Imágenes cargadas de tensión. Poco después las veo en otro canal, etiquetadas como “En vivo”. En los medios nada es “en vivo”. Solo lo es para las personas que sufren la urgencia de tal situación, su temor a perder la vida. Los medios deben aprender a resistir.

El consuelo manifestado veladamente en cuanto a que el terrorismo alcanzó a Bélgica, Francia, Reino Unido, España o Turquía, es cosa del pasado. Y además debemos recordar que en Estambul o Djerba también murieron alemanes.

Cualquier cosa que traiga esta noche estará marcada por momentos tristes. Cuando se de a conocer hechos más concretos y se confirmen las cifras de víctimas, muertos y heridos, Alemania será un país distinto.

¿También otro país? Alemania se enfrenta a una dura prueba. Se trata de lograr unidad en la sociedad, decisión y cordura en las autoridades, y liderazgo de los políticos. También necesita honestidad al abordar problemas crecientes como lo es el terrorismo islámico o el odio en una sociedad dividida. Alemania se enfrenta al espanto.

Para aprender alemán: usted puede leer aquí la versión original de este artículo