Opinión: Basta de callar
14 de marzo de 2016El resultado electoral, una ducha helada; despertar con resaca, seguir adelante… no es del todo así. El terremoto político ha estremecido a los partidos. El desenlace de los comicios (en tres Estados federados de Alemania) ciertamente preocupa a la estoica Angela Merkel como jefa de la Unión Cristianodemócrata (CDU). Horst Seehofer, jefe de la Unión Cristianosocial de Baviera (CSU), ve incuso en peligro la supervivencia del partido. El jefe de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, prefiere no hablar sobre si el SPD merece aún el calificativo de partido de masas, después de haber quedado por debajo de la Alternativa para Alemania (AfD) en dos Estados federados. Los Verdes omiten decir que en dos Estados federados apenas lograron entrar en los respectivos parlamentos. La Izquierda ni siquiera consiguió eso. Los liberales del FDP vuelven a participar un poco en el juego. Y la culpa de todo el embrollo la tiene la AfD o, mejor dicho, sus votantes.
Caos en lugar de orden
Antes todo era más fácil: en Alemania existía la CDU-CSU, el SPD y el FDP. Este último hacía alianza a veces con uno, otras veces con el otro. Todo era bastante ordenado y claro. Pero ese orden empezó a desmoronarse cuando aparecieron Los Verdes, luego La Izquierda y ahora también la AfD. Ya nada es ordenado y claro.
Y nunca volverá a serlo. El espectro de los partidos en Alemania es un reflejo del mundo. Y, paradójicamente, a eso contribuyen los electores de la AfD. Vale la pena echar un vistazo al electorado de este nuevo partido y a sus motivaciones: en Renania-Palatinado, casi la mitad de sus votantes son trabajadores y desempleados: en Sajonia-Anhalt, estos grupos constituyen el 71 por ciento. En total votaron por la AfD considerablemente más hombres que mujeres. Ese es el perfil: blanco, varón, más bien con poca educación. Y hace recordar a los votantes de Donald Trump al otro lado del Atlántico. Les pasa algo similar: tienen miedo a lo complejo, a lo que les es extraño, a la pérdida de significación, a la pérdida de lo que conocen y lo que conforma sus vidas. Eso vale también para muchos votantes de la AfD, y alguna que otra persona que votó como lo había hecho siempre.
Futuro en vez de pasado
El fracaso de los partidos tradicionales radica en que no abordan tales temores. No los mencionan y dejan el campo a aquellos que actúan como si existiera un camino de retorno al antiguo orden, a la seguridad y la claridad. Eluden el asunto, en lugar de decir claramente: todo cambia en forma permanente y probablemente cada vez más rápido, pero no dejaremos a nadie olvidado en el camino. En cada seminario para ejecutivos de empresas se predica continuamente: deben convencer a todos, especialmente a aquellos que le temen al cambio y por eso se resisten con uñas y dientes. Esa es la tarea de los líderes. Es la tarea que debe cumplir un partido político exitoso. Ese es el mensaje de este súperdomingo electoral.
(Las cifras mencionadas en el comentario provienen de encuestas realizadas por Infratestdimap, por encargo de la cadena de televisión ARD, con motivo de las elecciones regionales del 13.03.2016)