Opinión: el FC Barcelona y la poesía del fútbol

Uno puede echar pestes del fútbol: que si lo aplasta todo, empezando por los demás deportes. Que si es un circo alimentado a base de millones de dólares, un ejemplo ideal de la distorsión del turbocapitalismo. Que si es solo un juego para distraernos de cosas más importantes. Todo esto es verdad. Pero también lo es lo siguiente: el fútbol es poesía. De vez en cuando nos ofrece historias que nos maravillan, nos emocionan y nos hacen vibrar.

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Voluntad de ganar

Precisamente esto es lo que el balompié hizo de nuevo la noche del 8 de marzo de 2017. El FC Barcelona convirtió una situación aparentemente irremediable en uno de los momentos más brillantes de su luminosa historia. A base de una voluntad de éxito inquebrantable, inamovible e inmune a la lógica de toda experiencia, el Barcelona tornó en victoria lo que de hecho era una serie perdida en los octavos de final de la Champions League contra el Paris Saint Germain. Con un 6:1, los catalanes doblegaron a los parisinos acaudalados pero faltos de constancia y, contra todo pronóstico, alcanzó los cuartos de final del máximo torneo futbolístico de clubes. Ningún equipo en la historia de esta competencia, que data de 1992, había remontado una desventaja de cuatro goles. El momento llegó.

De modo inimitable, el fútbol hizo posible lo que parecía más allá de toda probabilidad, y con ello, puso de manifiesto a millones de fanáticos que la razón por la cual el fútbol es el deporte predominante a nivel global no obedece a ninguna casualidad. El fútbol crea historias demasiado bellas para ser ciertas. Es un juego muy simple y, sin embargo, nos captura al ser tan impredecible.

Imposible es una palabra elástica

La velada en el Camp Nou de Barcelona hizo que se desbordaran todas las emociones. A la inicial euforia por la alentadora ventaja de 3:0 a favor del Barcelona le siguió el gran desencanto catalán y el júbilo parisino, al anotar el PSG su gol. En los últimos siete minutos del encuentro, el estadio se volteó de cabeza. Y con esos 96.290 espectadores, también los millones que veían el partido por televisión en todo el mundo. ¡Sensacional!

¿Qué nos dejó este partido? El convencimiento de que en el fútbol nada está escrito. La certeza de que la palabra "imposible” guarda un concepto elástico. Y la conclusión de que, por lo menos en el fútbol, la voluntad es capaz de mover montañas. La esencia pura de la poesía…