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Opinión: El significado de Incirlik

5 de junio de 2017

Debía ser un último intento por encontrar solución a la disputa por la presencia de soldados alemanes en Turquía. Pero Sigmar Gabriel sufrió un varapalo. Esto no podía quedar sin consecuencias, dice Sabine Kinkartz.

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Ankara Bundesaußenminister Sigmar Gabriel SPD trifft den Außenminister der Republik Türkei Mevluet Cavusoglu
Imagen: Reuters/Um Bektas

La esperanza muere al último, reza el dicho popular. Pero, ¿realmente alguien esperaba que el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Sigmar Gabriel, pudiera obrar un milagro al presentarse personalmente en Ankara? El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no dio su brazo a torcer. ¿Por qué habría de hacerlo? Desde hace tiempo, el mandatario se le sube a las barbas al gobierno alemán. La presencia de 260 soldados alemanes en la base aérea de Incirlik sirvió como apreciada prenda de cambio. A orillas del Bósforo, él es quien tiene el poder.

 

Más información:

-Tensa visita del ministro alemán de Exteriores a Turquía

-Turquía: diputados alemanes podrán visitar base de Incirlik

 

Si acaso en Alemania no se han dado cuenta, la puerta permanece cerrada. ¿Asilo en Alemania a oficiales turcos? Ankara nunca lo aceptará. Lo mismo que una resolución del Bundestag condenando el genocidio de armenios en el Imperio Otomano. Turquía se niega desde hace décadas a nombrarlo así. De modo que la puerta de Incirlik se cerró. Solo cuando el gobierno alemán se distanció de la resolución, se permitió de nuevo a diputados alemanes visitar a sus soldados en Incirlik.

Abrir los ojos

Esto es una extorsión, y durante mucho tiempo el gobierno alemán cerró los ojos ante ella. Desde la perspectiva alemana, se trata de un auténtico dilema. Uno de los pilares de la política exterior alemana es mantener siempre el diálogo y preservar canales abiertos para buscar acuerdos y sacar lo mejor de cualquier situación. Esto es correcto, en principio.

Pero en algún punto debe ponerse un límite. Quien quiera mantener su credibilidad debe poder decir "no", y no siempre "no, pero…". Esto es lo que ha hecho el gobierno alemán, empezando por la canciller Angela Merkel. Decir "por favor" no está mal, pero sí es incorrecto convertirse en alguien que siempre pide favores. El SPD lo ha reconocido. En la CDU de Merkel, aún algunos dudan. Eso no está bien.

Sabine Kinkartz, corresponsal política de DW
Sabine Kinkartz, corresponsal política de DW

Es cierto que la salida de los soldados alemanes de Incirlik tensará aún más las de por sí deterioradas relaciones entre Alemania y Turquía. Pero cabe preguntarse si las cosas pueden ser peores. Es verdad: uno puede suponer que tras la salida de los soldados alemanes de Incirlik, Erdogan buscará otra prenda de cambio. En la base de la OTAN en Konya se encuentran más soldados alemanes.

El lenguaje de los dictadores

También surge la duda de qué sucederá con el periodista alemán Deniz Yücel, corresponsal del diario Die Welt que desde febrero pasado se encuentra en prisión acusado de terrorismo. De Ankara vendrá seguramente de nuevo la amenaza de desconocer el acuerdo con la Unión Europea sobre refugiados.

Pero Alemania debe acostumbrarse a que políticos como Erdogan primero estrellarán su cabeza contra la pared, antes que dar un paso atrás. Los dictadores hablan un idioma político distinto al de los demócratas. Es un lenguaje rudo, que demanda respuestas decididas, si no igual de resolutas. Tal es el significado de la salida de los soldados alemanes de Incirlik.

Autora: Sabien Kinkartz (EL/DZC)