Mucho se ha escrito acerca de Kim Jong-un, y con razón, rara vez algo positivo. Pero en la situación actual algo se puede decir a favor del líder norcoreano: Kim Jong-un no actúa de forma irracional. Todo lo contrario, tiene una estrategia, y la persigue con gran tenacidad, similar a su padre Kim Jong-il y su abuelo Kim Il-sung. Sin embargo, en contraste con sus antepasados, Kim Jong-un tiene claramente una gran presión de tiempo. Lo que ciertamente está relacionado con el cambio de Gobierno en Washington.
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La Administración Trump ha anunciado que la estrategia de Obama de "paciencia estratégica" en el trato con Corea del Norte ha llegado a su fin. Y es probable que Kim Jong-un no considere las señales contradictorias de Washington –desde que Trump se posicionó en enero– por lo que son: un desorden gubernamental. Por el contrario, debe especular que todo lo que se dice públicamente está sincronizado hasta el más mínimo detalle. Y desde este punto de vista, al otro lado de la página, este desorden constituye rápidamente una amenaza, ya que confunde al potencial oponente (presuntamente calculado).
Por esta razón, Kim Jong-un ve una "ventana de vulnerabilidad" para sí mismo. Sobretodo porque solo puede actuar a la misma altura que Estados Unidos a nivel propagandístico, ya que Corea del Norte no está, militarmente hablando –a pesar de dos pruebas atómicas y numerosas pruebas de cohetes–, a la misma altura que el país norteamericano. Así, Kim Jong-un busca completar su programa de armas nucleares tan rápido como sea técnicamente posible, porque solo así se sentirá seguro de un eventual ataque.
Una cuestión muy diferente es si el buen consejo de, por ejemplo, China a Estados Unidos de entablar un diálogo con Pyongyang realmente puede resolver el conflicto. Si hay una constante en los 33 años de vida de Kim Jong-un es el no confiar en nada y en nadie, sobre todo si ese alguien es extranjero o es un pedazo de papel. Es por eso que aunque un acuerdo con Corea del Norte es teóricamente posible, es casi utópico confiar en que Kim Jong-un se apegue a las reglas. La racionalidad del líder norcoreano no va tan lejos.