Opinión: La economía alemana es mucho más que Volkswagen
25 de septiembre de 2015Lo que hasta hace poco era bueno y competitivo, hoy es sólo chatarra. La calidad tradicionalmente asociada con el sello “Made in Germany” empieza a ser puesta en duda con inusual unanimidad. Los comentarios maliciosos que se hacen dentro y fuera de Alemania se han vuelto insoportables para muchos de quienes trabajan en empresas alemanas. Esa es otra de las consecuencias del escándalo en torno al fraude cometido por Volkswagen.
No valen las sospechas generalizadas
Pero, ¿por qué aceptar que la industria germana en pleno es objeto de sospecha o que el prestigio de Alemania como país está en peligro cuando esas insinuaciones son ridículas? Las empresas alemanas son punta de lanza en materia de innovación, en muchos campos y a escala mundial. Puede que eso le preocupe a sus competidores y que a más de uno le cueste ocultar la alegría que le causa la desventura ajena, por aquello de que quien es elogiado también puede caer un día.
Ese es el trasfondo del debate actual alrededor de Volkswagen, que es percibida como una marca emblemática de la calidad de producción alemana. Pero es un hecho que ni la competitividad ni ninguna de las otras virtudes de los productos germanos –respetados y admirados en todo el globo– están en entredicho. Da igual que se hable de ingeniería mecánica, electrotécnica, diseño automotriz o tecnología ambiental: en todos estos campos, el empresariado alemán es líder mundial. Cada año, más de 60.000 ingenieros egresan de los centros de formación alemanes. Ellos trabajan para perpetuar la competitividad del sello “Made in Germany” y los niveles de calidad y confianza asociados a los productos alemanes.
Campeones discretos
Y en el mercado global abundan ámbitos poco conocidos que, como el automotriz, son dominados por las empresas alemanas. En Alemania hay 1.300 medianas empresas que lideran el mercado mundial o están entre los primeros tres lugares del ranking en sus respectivos rubros; esos son los llamados “campeones escondidos”.
No obstante, nadie debe dormirse sobre sus laureles. La marca “Made in Germany” se ha visto empañada por el caso Volkswagen y los competidores no descansan. Además, el ritmo de la innovación a escala mundial se acelera. Quien hoy es exitoso no necesariamente lo será mañana. De ahí que las secuelas del fraude perpetrado por Volkswagen deban ser percibidas como una alarma despertadora por los empresarios alemanes: quien quiera seguir estando entre los mejores del mundo no debe quedarse de brazos cruzados y regodearse en sus victorias.