Mantener la unidad es ahora el verdadero desafio
23 de julio de 2016La muerte de las nueve víctimas de Múnich ha conmocionado a Alemania. Hoy hay horror, preguntas, y claro, rabia y desconcierto por lo sucedido. Múnich acababa de empezar su fin de semana de verano. La gente se preparaba para ir a los Biergarten, al río Isar y a los Alpes; ahora, al idilio le llegó el terror. Un adulto germano-iraní asesinó a nueve personas e hirió a varias más. Y más allá de los lesionados físicamente, quienes hoy luchan por sus vidas y ojalá sobrevivan, el atacante ha lesionado a muchísimos más, en la psique, ahondando el sentimiento de inseguridad en la sociedad.
El terrorismo se acerca cada vez más –así por lo menos decían las versiones oficiales de la semana pasada–. Primero fue el horroroso derramamiento de sangre en Niza, al sur de Francia, con al menos 84 muertos, seguido del atentado de un joven refugiado en un tren regional en Würzburgo, donde varios turistas chinos y una mujer alemana fueron gravemente heridos.
Tristeza, rabia y orgullo
Ya hace un tiempo que Alemania percibe una sensación de inseguridad. Momentos después de los eventos de Múnich hubo mucha especulación: ¿llega el terrorismo islámico a las ciudades alemanas? ¿O será este un ataque radical de extrema derecha? En esta ocasión se trata de un joven de 18 años que todavía iba a la escuela y quien aún vivía con sus padres. Este evento recuerda más a las matanzas en las escuelas, que en los últimos 15 años han conmocionado a Alemania. Y, así como sucedió en la masacre en localidad alemana de Winnenden, surge la pregunta: ¿de dónde sacó un joven de su edad un arma de fuego?
Un día después del tiroteo, la atmósfera en Múnich y en Alemania es de tristeza, de rabia, y hasta de silencioso orgullo. Tristeza y rabia por las víctimas y lo absurdo de lo sucedido. Orgullo por la solidaridad y disposición de ayuda de los ciudadanos de Múnich. Y asimismo, por las fuerzas de seguridad de la capital de Baviera, que ante la complejidad de lo sucedido, intervinieron de manera correcta, controlando la situación y comunicando siempre de forma clara y abierta. Esta fue la respuesta al gran nerviosismo y al exceso de presión de los medios, así como al pánico que se crea en las redes sociales. 2.300 activos de la Policía llegaron de diferentes partes de Alemania, así como del país fronterizo de Austria.
¿Conmoción y firmeza?
Hechos absurdos como éste dejan ciertos pensamientos tenebrosos: ¿Qué tanto puede aguantar la sociedad alemana? ¿Qué clase de tensiones crea cada nuevo ataque, ya sea perpetuado por “un lobo solitario” o por un grupo terrorista? Alemania es una sociedad que se asegura ante todo y que no sabe lidiar con incertidumbres; cualquiera que lea las noticias en internet y los comentarios de los lectores podrá dar fe de esto. Y mucho de lo que ahí se escribe es realmente atroz: hay quienes hasta se burlan de las víctimas.
Poco antes de medianoche, lideres mundiales, entre ellos el presidente Obama, se pronunciaban, con palabras de pésame y de apoyo, al respecto de los sucesos en Múnich. Angela Merkel, por su parte, tan solo lo hizo este sábado en la tarde.
La política debe tomar muy en serio, ahora más que nunca, la inseguridad, el desconcierto y la división de la sociedad. Alemania se enfrenta a una prueba de fuego: la misión de mantener la cohesión social, la firmeza y el buen criterio en las instituciones, así como el poder de liderazgo de la política. Asimismo, se necesita de honestidad para lidiar con este creciente problema.
La democracia vive en una sociedad civil plural, basada en la cohesión, que sepa discutirde manera abierta y sincera y que pueda soportar las tensiones del debate. El tiroteo de Múnich mostrará que tan grande va a ser el reto, y no solo en el campo político, sino también de cómo mantener a un país unido. El reto hasta ahora comienza.