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Opinión: Las armas son solo una parte del problema

Ines Pohl (ERS/ / PK5 de julio de 2016

Parlamentarios demócratas vuelven a recurrir a una sentada en su lucha por leyes más severas de control de armas. Eso tiene impacto en la opinión pública, pero no resuelve el problema de fondo, opina Ines Pohl.

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Parlamentarios demócratas se manifestaron ya el 23 de junio a favor de un mayor control de armas.Imagen: picture-alliance/dpa/J. lo Scalzo

Cuando a políticos hechos y derechos ya no se les ocurre otra cosa que recurrir a las armas del movimiento de lucha por los derechos civiles, queda en evidencia que está en juego algo más importante que las nimiedades cotidianas de los parlamentarios.

Encabezados por John Lewis, quien luchó con Martin Luther King contra la segregación racial, parlamentarios demócratas protestaron por primera vez hace dos semanas con una “sentada” en el congreso, durante un día y toda una noche. Se propusieron volver a hacerlo este martes, porque no ven otra posibilidad de forzar a la dividida Cámara a discutir a fondo su demanda de leyes más severas de control de armas.

La peor cara de EE.UU.

La esfera política estadounidense muestra en esta lucha su peor cara; y queda a la vista cuán incapaz se ha vuelto este país de legislar dejando de lado las fronteras partidistas y los cálculos políticos, a favor de la población y no de presuntas ventajas para un partido o un determinado político.

En este caso concreto se trata lisa y llanamente de que haya a diario menos muertes sin sentido. Más de 25 mil personas fueron baleadas el año pasado; cada día mueren siete niños menores de 12 años, cada mes son asesinadas en promedio 50 mujeres por sus parejas, con armas de fuego. En Estados Unidos muere hoy más gente por disparos que por accidentes de tránsito.

Raigambre histórica

El derecho a la posesión de armas está cimentado en la Constitución. Este es el argumento principal de quienes defienden la actual situación. A los extranjeros les resulta difícil comprenderlo. Pero así es la cosa con las tradiciones. No todas las costumbres sociales van siempre a tono con los tiempos. También en Alemania hay cosas que les resultan extrañas a quienes no son alemanes: por ejemplo que, por muchas y muy buenas razones, también de índole histórica, el país prefiera mantenerse al margen de operaciones militares en el extranjero. Sin embargo, con las crecientes exportaciones de armas, gana al mismo tiempo mucho dinero en las guerras de diversas partes del mundo. Eso no es precisamente rectitud.

Ines Pohl.
Ines Pohl.

El debate estadounidense tampoco gira desde hace tiempo en torno a la rectitud. Se trata de poder y de tener la razón en ese sistema bipartidista en el que ya no se brega por el acuerdo más sensato. ¿Qué implica todo esto para la actual sentada? Quizá veamos nuevamente potentes imágenes de antiguos activistas de derechos humanos, aguantando toda la noche sentados en el suelo. Pero también esta vez solo impresionarán realmente a aquellos que de todos modos están convencidos de la necesidad de endurecer las leyes sobre la posesión de armas.

Más justicia

Eso no quiere decir que semejante acción no sea correcta. Pero solo puede ser una parte de la lucha por mejores condiciones de vida para muchos estadounidenses. Porque el tema de la violencia armada siempre está ligado al del racismo, la educación, la injusticia social y un sistema de salud insuficiente. No es casual que la mayor parte de los tiroteos se produzca en zonas pobres en las que habita una cantidad de afroamericanos superior al promedio. Se sabe desde hace mucho que las estructuras familiares y sociales destrozadas fomentan la violencia. Y cada estudio vuelve a demostrar que muchos de los que la practican sufren graves problemas psíquicos que no son tratados porque las personas no disponen de un seguro de salud suficiente y no pueden costearse ni el diagnóstico ni la terapia.

La sola lucha por leyes más severas no basta. Y precisamente los manifestantes deben comprender que la batalla por menos armas en las calles no puede tener mayor efecto real si cada vez más personas se sienten dejadas de lado y renuncian al sueño de ser partícipes alguna vez de la riqueza estadounidense. Por eso, la lucha por menos armas debe ser también, siempre, una lucha por más justicia.

Aquí encuentra la versión original de este artículo, en alemán.