Opinión: los rusos sin Eurovisión
16 de abril de 2017El canal de televisión ruso "Perwy Kanal” terminó con la controversia en torno a la participación de la cantante Julia Samoilowa en el Festival de la Cancón Eurovisión y envió así una señal: Moscú boicotea el concurso. La decisión, que fue noticia principal en los medios de comunicación el jueves por la noche, era de esperarse. Esta es la reacción a la decisión del Gobierno de Ucrania, el cual prohibió el ingreso de la cantante rusa al país. Julia Samoilowa violó las leyes ucranianas al ingresar directamente desde Rusia a la recién anexionada Crimea para un concierto en el verano de 2015.
Como era de esperar, Rusia le hecha la culpa a otros. A Ucrania, por la politización del concurso, y a la Unión Europea de Radiodifusión (UER), por no brindar su respaldo a Samoilova frente a la decisión del Gobierno de Ucrania.
¿Ucrania será castigada?
Sin duda, la cantante rusa violó la legislación ucraniana vigente con su viaje a Crimea. Pero también Ucrania tendrá que escuchar los reclamos. Pues ha violado las reglas de la competencia, al no permitirle a todos los artistas participar del concurso. Fácilmente se pudo hacer una excepción para llegar a una solución diplomática. Ahora, no se descarta que Ucrania sea castigada por la UER. Exclusiones como estas en competiciones futuras ya han sido, al parecer, discutidas en el seno de la organización.
Por otro lado, la Unión Europea de Radiodifusión no ha sido consecuente con sus sanciones en el pasado. Poco después de la guerra entre Georgia y Rusia, en 2009, la UER prohibió a una banda georgiana presentarse con la canción "We don't wanna put in" en Moscú. La alusión política al entonces primer ministro y hoy presidente Vladimir Putin era muy clara.
En 2016, sin embargo, a la ucraniana Jamala se le permitió cantar en Estocolmo la canción "1944". Un año en el que, bajo Stalin, se expulsó a los tártaros de Crimea.
La UER tampoco impuso sanciones contra Armenia después de que la representante de ese país mostrara en Estocolmo la bandera de la no reconocida internacionalmente República de Nagorno-Karabaj ante las cámaras de televisión.
El cálculo ruso
A todo esto se suma el interrogante sobre si Moscú tuvo realmente la intención de participar en el Eurovisión de este año. El "Perwy Kanal" de Rusia había anunciado a última hora quién los representaría en la competencia de este año. Hasta entonces, la delegación rusa no estaba participando en las reuniones preparatorias más importantes, y tuvo evidencia de que hubieran hecho reservas en hoteles.
Tal vez ya todo estaba simplemente calculado: nombrar a una cantante, a la que posiblemente se le prohíba entrar al país. Y, además, nombrar a una a cantante en silla de ruedas. Si la hubieran dejado participar en Kiev, hubiera recibido seguramente chiflidos del público presente en señal de protesta contra la política agresiva de Rusia contra Ucrania.
Los espectadores rusos, los perdedores
Quien en realidad pierde en esta disputa es, principalmente, la audiencia de Rusia. Después de que el "Perwy Kanal” hiciera pública su decisión, se informó también que el canal "Rossia” no transmitirá el evento como muestra de "solidaridad”. Los canales de televisión rusos controlados por el Estado han decidido lo que los ciudadanos pueden ver y lo que no.
A pesar de la generalizada homofobia en el país, gran parte de la audiencia rusa dio su voto hace unos años a la drag queen Conchita Wurst. Y a pesar de la controversia sobre Crimea, un gran número de rusos apoyó con sus votos a la ucraniana Jamala, contribuyendo así a su triunfo.
Los seguidores de Eurovisión en Rusia encontrarán probablemente la manera de ver la competencia en vivo por Internet. Pero una vez más quedaron privados de una libertad, esta vez la libertad de ver la mayor competencia musical de televisión del mundo en televisión nacional. En Eurovisión se celebra una Europa libre, colorida, pacífica y alegre. Este ambiente festivo – y, más aún, desde Kiev - no se ajusta a la imagen de Europa que el Kremlin quiere inculcar en las mentes de los rusos.
Para aprender: aquí puede Usted puede leer la versión original de este editorial, en alemán.
Autor: Andreas Brenner (CT)