Opinión: Nada nuevo en Venezuela
21 de mayo de 2018Los venezolanos conocen demasiado bien los alborozados anuncios: "Es una tendencia que no tiene vuelta atrás”, dice gozosa, tras más de cuatro horas de espera, la directora de la autoridad electoral venezolana hacia las 22 hora local, del domingo 20 de mayo de 2018. El "digital y muy moderno” sistema de votación declara con alrededor del 68 por ciento de los votos escrutados que el actual presidente ha sido reelegido. El propio vencedor, Nicolás Maduro, anuncia "un récord histórico, ya que ningún presidente ha sido elegido en una votación popular tan grande y con tanta diferencia de votos respecto a su inmediato oponente, un 47 por ciento”. En su discurso de agradecimiento, Maduro no desperdicia la oportunidad de arremeter de nuevo contra su rival haciendo un juego de palabras con su apellido: lo llama Henri "Falsón”, en lugar de Falcón.
Comiendo de la basura
Las formas de Maduro no sorprenden a nadie. No tiene reparo en "mandar al carajo” a otros políticos ni se avergüenza de responder con vulgaridades las cartas críticas de la gente en directo por televisión. A algunos su desvergüenza les arranca una leve sonrisa desde la lejanía, pero su actitud deja de inmediato de ser divertida cuando lo que está en juego es el propio país: Venezuela se cae a pedazos.
En Venezuela subyacen bajo tierra las más grandes reservas petroleras de todo el mundo, mientras en la superficie, los niños de tres años se ven obligados a rebuscar restos de comida entre la basura. Tienen tanta hambre, que hasta mordisquean huesos de carne tirados. Niños de entre 8 y 10 años viajan hasta dos horas de camino hasta los barrios más ricos con el fin de encontrar allí "mejores” residuos. La Policía los echa de allí varias veces al día. Las personas mayores pueden permitirse con su renta mensual apenas comprar una manzana o un par de litros de leche.
La gasolina no calma el hambre
A pesar de ello, muchos chavistas, seguidores del predecesor de Maduro, Hugo Chávez, presumen de los presuntos logros de su "Socialismo del siglo XXI”, como, por ejemplo, que con el salario de un mes se puede llenar el depósito de gasolina durante un año. Pero parece no interesarles que el combustible no llena los estómagos de sus hambrientos compatriotas. Se aferran a que la crisis de su país está causada por las sanciones internacionales y los bajos precios del petróleo.
El aparato propagandístico es tan fuerte, que los chavistas convencidos aceptan el resultado de las elecciones sin reparo. Incluso aunque ellos mismos hayan sido testigos de la evidente baja participación y nunca hayan visto los centros de votación tan vacíos, impresión que las autoridades electorales se esforzaron en corregir rápidamente. Así pues, quienes aún tienen dudas, tendrán que mirar hacia otro lado, porque a Venezuela "no le puede ir mejor que con este Gobierno”, no reconocido internacionalmente. La Unión Europea, Estados Unidos y catorce países latinoamericanos no reconocerán los resultados electorales. Pero las sanciones son su única forma de ejercer presión y su efectividad afectará a los venezolanos de a pie, lo que significa más pobreza y más emigración. Erich Maria Remarques describe en su conocida novela Nada nuevo en Occidente la desesperación de los soldados en las trincheras de la Primera Guerra Mundial. Seguro que muchos venezolanos se sienten así al leer este lunes las declaraciones de su reelegido presidente.
Autora: Ofelia Harms (MS)
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