Opinión: Navegando sin radar
3 de marzo de 2016Según el líder socialdemócrata Sigmar Gabriel, ministro de Economía y vicecanciller, el esperado “giro” en la política alemana de refugiados ya ha tenido lugar. Así que los que esperaban una limitación del número de refugiados se preguntarán cuándo se produjo ese cambio que exigen. ¿Ha dado la canciller alemana, Angela Merkel, de verdad, un giro a su política?
Conducir un país a través de las tormentas de una crisis política significa actuar con sentido de responsabilidad. Se trata de mantener el curso y el equilibrio entre las expectativas y la realidad. Pero navegar no es dejarse llevar por el piloto automático. Un buen capitán mantiene su avión, o su barco, elegantemente en el aire o en la mar. Maniobras repentinas o bruscas solo generan caos en el interior de la nave.
Navegar en aguas poco profundas
Angela Merkel misma ha dicho en varias ocasiones que las crisis en la política se manejan sin la ayuda de radares, así como ella está enfrentando la crisis de los refugiados. La canciller dice que uno tiene que estar siempre preparado para manejar imprevistos. Sus objetivos concretos ahora son: reducción significativa del número de nuevos refugiados sin fijar un tope, una solución europea (incluyendo la conservación de zona Schengen y de las fronteras abiertas en Europa), y, por último, la lucha contra las causas del exilio, ya sea la guerra u otros motivos.
¿Qué es aquí ilusorio y qué factible? Sobre esto se puede debatir. La actual situación en Grecia y los Balcanes pone de manifiesto la dificultad de navegar por aguas poco profundas y de rápidos impredecibles.
El “Sistema Merkel” no sólo se caracteriza por un pragmatismo inteligente y el largo aliento, sino también por los giros repentinos. La abolición del servicio militar o la renuncia a la energía nuclear son apenas dos ejemplos. Si se compara, la apertura de la frontera a los refugiados en septiembre de 2015 no representaba ningún cambio fundamental de su política.
También en las semanas y meses anteriores estaban llegando cientos de miles de refugiados sin control a Alemania. La convicción de Merkel es que, “por humanidad” Europa está obligada a abrirle la puerta a quienes huyen de la guerra de Siria. Pero a quien argumenta así, también le tienen que doler las imágenes de Idomeni, la ciudad fronteriza entre Grecia y Macedonia.
Correcciones desde otoño
La política sin radares ha obligado a llevar a cabo varios cambios de rumbo y se impone la convicción de que Merkel y Alemania están solas en Europa. Por lo tanto, todas las partes, tanto los alemanes como los demás europeos, van a ignorar ahora las imágenes de Idomeni o del centro de Atenas. Al menos hasta el lunes, cuando tenga lugar la próxima cumbre de la UE sobre la crisis de los refugiados.
Puede ser que después la canciller emprenda suaves correcciones del curso, con pragmatismo. Así como lo ha venido haciendo desde hace meses. Pero su accionar político se sigue basando en su fórmula: negativa a fijar una cifra límite de refugiados y búsqueda de una solución europea. Entre las imágenes del pasado otoño de refugiados asfixiados en un camión frigorífico para salchichas y las escenas desgarradoras de Idomeni hay más que seis meses: está el desencanto de los alemanes con Europa. Merkel navega solo con la ayuda de sus ojos, pero no pierde de vista sus objetivos.