Opinión: No poner a los refugiados bajo sospecha
27 de marzo de 2016Era previsible que, bajo el impacto de los terribles ataques terroristas de Bruselas, los políticos se pronunciaran para establecer una relación entre los refugiados que llegan a Europa y la amenaza terrorista. Lo hizo la primera ministra de Polonia, Beata Szydlo, que anunció que su país “no acogería refugiados de momento”. También habló el ministro húngaro de Exteriores para asegurar que, debido a la “migración incontrolada”, la amenaza terrorista “ha arreciado”. Los políticos de derecha de países de Europa occidental también vinculan los ataques de Bruselas con los refugiados, como Beatrix von Storch, política de la AfD (Alternativa por Alemania), que escribió irónicamente en Twitter: “Esto no tiene nada que ver con nada”. Ahí se pasa por alto el hecho de que los atacantes de Bruselas nada tienen que ver con la ola de refugiados, ya que nacieron en Bélgica y eran ciudadanos belgas.
Coartada perfecta
La conexión entre terrorismo y refugiados no solo es la coartada perfecta para sustraerse de la responsabilidad de la solidaridad europea, como en el caso de Polonia, cuyo Gobierno no está dispuesto a acoger a 400 refugiados en todo 2016. Estas decisiones también dan puntos en política interior, muy útiles en las elecciones. Detrás del argumento de que se defiende “la seguridad de la gente”, se esconden los más despreciables resentimientos hacia personas que se encuentran en una situación de necesidad. Huyen porque temen por sus vidas en sus países de origen. O porque esperan poder ofrecer una vida mejor a sus hijos en Europa. Es comprensible que muchos refugiados tengan miedo a ser catalogados como terroristas potenciales.
La animadversión hacia los refugiados hace el juego a los terroristas. El objetivo del Estado Islámico es polarizar aún más la sociedad europea, con el fin de radicalizar a más gente. Cuanto más marginados se sientan los musulmanes en la sociedad no musulmana, más probable es su radicalización y habrá más personas dispuestas a inmolarse para desestabilizar a la sociedad occidental. De esta manera, el Estado Islámico espera ampliar su radio de influencia.
Responsabilidad de las autoridades europeas
Quien recele de los refugiados debería pensar que la huida masiva está resultando sumamente inoportuna para los demagogos del Estado Islámico. Ese éxodo refleja cuánta gente rechaza su régimen de terror. El verdadero poder político es otra cosa.
El hecho de que el Estado Islámico aprovechara las circunstancias algo caóticas en el registro de refugiados durante el pasado otoño para infiltrar terroristas que luego tomaron parte en los atentados de París, es otro asunto. Es responsabilidad de los servicios secretos y de la seguridad europea monitorear esos registros para evitar que entren los terroristas y se produzcan ataques. Ahí, en los fallos de seguridad, sobre todo en las autoridades belgas, reside el verdadero problema. Cuanto más detalles se conocen sobre lo ocurrido, más desastrosa es su imagen.
No solo ignoraron las informaciones sobre el lugar de residencia del terrorista, sino que pasaron por alto advertencias de Turquía de que, al menos uno de los atacantes, era un yihadista peligroso. Durante meses no fueron capaces de atrapar al ahora detenido cerebro de los atentados de París, aunque este se encontrara en el centro de Bruselas. ¿Por qué se dejó libres antes de tiempo a los muy peligrosos atacantes del aeropuerto de Bruselas? ¿Cómo es posible que en las cárceles belgas dos delincuentes habituales hayan derivado en peligrosos yihadistas, que incluso son liberados antes de cumplir condena a pesar de haber recibido informes de evolución negativos?
Los recientes atentados terroristas en Bélgica deben llevarnos a la conclusión de que hay que subsanar la enorme falta de estructuras para luchar contra el terrorismo. Más personal, mejor comunicación entre las autoridades europeas, más intercambio de información con los más importantes vecinos europeos… Hay que abordar todas estas cuestiones con rapidez. El recelo hacia los refugiados distrae de los verdaderos problemas que el mundo enfrenta para combatir el terrorismo islamista.