Pequeños pasos en Bratislava
17 de septiembre de 2016Quien esperara que se diera un empujón a Europa que sacudiera todo el desconcierto y culminara en un resurgimiento de la Unión, estará decepcionado. En Bratislava nadie habla de un gran salto adelante. En lugar de eso, hay planes para un control de fronteras conjunto, mayor colaboración en defensa y algunos nuevos proyectos contra el desempleo juvenil. Los jefes de gobierno de la Unión Europea se conforman con poco en Bratislava.
El fin del romanticismo
En los días previos a la cumbre, apenas nadie disimuló su pesimismo. La situación de la UE es crítica, se dijo. La Unión está amenazada, incluso en su propia existencia. La cumbre amenazaba con hundirse en el desaliento, pero la UE es resistente y ha sobrevivido otras crisis. Además, la mayoría de sus políticos la considera todavía irreemplazable.
En algo están por completo de acuerdo: ya no hay sitio para grandes palabras. Bratislava ha significado el fin del romanticismo europeo. Y nadie lo va a echar de menos, como no sea en la entrega de los Premios Carlomagno. Frente a este romanticismo, los jefes de gobierno se proponen algo casi revolucionario: dar soluciones prácticas a problemas concretos. Si es que lo consiguen…
Gobiernos como el de Angela Merkel se fragmentan fácilmente. ¿Quién se va a preocupar del prometido futuro digital o de tener 5G en el celular cuando teme por su puesto de trabajo? En sitios de Europa se necesitan grandes programas de infraestructuras para asegurarse los niveles de bienestar de las regiones ricas. No se puede seguir esperando el anunciado plan de inversión de la Comisión Europea. La estabilidad del euro es importante, pero lo es más el futuro de Europa: la austeridad debe ser relajada, pues sin dinero los discursos de ofrecer "hechos a los ciudadanos" se quedan en nada.
Vuelve el motor francoalemán, de momento
En Bratislava regresan los titubeos al escenario europeo: el motor francoalemán está al ralentí. Al menos deja una imagen, la de Merkel y Hollande manteniendo el avance, es mejor que nada. Y quieren más cooperación en seguridad y defensa. Pero tienen fecha de caducidad: en mayo hay elecciones en Francia. Luego en Países Bajos y Alemania. Todos los intentos de reforma no tienen sentido. La UE necesita sobrevivir al 2017 de alguna forma. Después de esas elecciones, se podrá pensar en una reorganización europea.
Se mantiene el descontento
Viktor Orbán criticó al final de la cumbre que esta fracasó porque la política de refugiados de Bruselas se mantiene sin cambios. El primer ministro de Hungría, con sus populistas consignas de derecha, es actualmente quien más envenena la situación. Con él no hay acuerdo posible. Es un Caballo de Troya en el seno de la Unión Europea.
Pero también el italiano Matteo Renzi se fue insatisfecho a casa. No está satisfecho porque no obtuvo concesiones respecto a las inversiones en Italia y porque consiguió una ayuda insuficiente frente la crisis de refugiados. En ambas cuestiones apenas se han puesto parches. En pro de la armonía superficial, se mantienen los desacuerdos profundos. La tregua de Bratislava tendrá sólo un efecto transitorio. Realmente no ha solucionado nada.
Para aprender: aquí puede Usted leer la versión original de este artículo en alemán.