Opinión: Perú, en su momento político más difícil

Pedro Pablo Kuczynski (PPK) pudo elegir una vida menos agitada y más intelectual, pero optó por culminar su carrera política como presidente peruano. En 2016, el economista de 79 años ingresó bailando a Palacio de Gobierno; un año y medio después abandona el cargo con un alto porcentaje de desaprobación y un impedimento de salida del país.

¿Quién podía presagiar que uno de los principales artífices en reactivar la economía peruana tan solo dos décadas atrás, protagonice ahora uno de los más graves casos de corrupción y sobornos de América Latina? Cuando los peruanos pensaban que ya lo habíamos visto todo con los gobiernos anteriores de Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala, surge un nuevo y penoso episodio en la vida democrática del país. "¿Qué le pasa al Perú que cada vez que sale un presidente va preso?", preguntó el Papa Francisco en su última visita a Lima. Lamentablemente, ese parece ser el destino de los últimos presidentes peruanos.

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En diciembre pasado, PPK a duras penas logró sobrevivir a una moción de vacancia por incapacidad moral. Luego se conoció que para continuar con su mandato concedió el indulto humanitario al expresidente Alberto Fujimori, condenado a 25 años de prisión por crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, esta semana la suerte le fue esquiva, se vio obligado a dimitir a la Presidencia de la República, a través de un corto mensaje a la nación, cuando llevaba en el cargo 20 meses. El detonante que obligó la renuncia del banquero de derecha fue una serie de videos que oportunamente destapó la bancada fujimorista Fuerza Popular (FP), en donde se muestra un intento de compra de votos por parte del Ejecutivo para evitar un nuevo proceso de  destitución.

Por mandato constitucional, el primer vicepresidente, en este caso el ingeniero Martín Vizcarra (55 años), actualmente embajador del Perú en Canadá, es el primero en la línea de sucesión para reemplazar a PPK en el cargo. Desde su cuenta en Twitter, Vizcarra confirmó su regreso a Lima para "ponerse a disposición del país".  Posiblemente extrañará la vida sosegada en Ottawa, pero es una decisión acertada y saludada por inversionistas, quienes advirtieron que un escenario político con nuevas elecciones impactaría en forma negativa a la economía peruana, que no crece al ritmo esperado (2,8 por ciento en enero).

Vizcarra, ¿un títere de FP?

Al futuro presidente le esperan una tarea complicada y muchas noches de insomnio. Lo primero será nombrar un nuevo Gabinete ministerial (el anterior cerró filas con Kuczynski), con rostros más independientes que puedan construir puentes de diálogo con los demás partidos políticos. No obstante, el sector empresarial se muestra más cauteloso. La incertidumbre política es un mal indicador para la inversión y los empresarios esperan que el ruido disminuya en las próximas semanas y las fuerzas políticas antepongan sus intereses por el bienestar del Perú. Hay quienes advierten, incluso, que Vizcarra podría convertirse en una figura decorativa y quien realmente gobierne sea el partido de oposición FP, con su lideresa Keiko Fujimori. Por el bien de la nación, esperemos que no.

Mientras tanto la ciudadanía muestra su hastío e indignación en las redes sociales. Se han convocado huelgas para exigir la renuncia de todos los políticos. El pueblo está cansado de la novela que se repite cada cinco años, con el mismo libreto de la corrupción y el soborno. Es momento de resolver problemas que afectan directamente a la ciudadanía, como es el desempleo, la inseguridad galopante de la capital o la reconstrucción del norte (Fenómeno del Niño Costero), tarea todavía inconclusa. Ad portas de la Cumbre de las Américas, el país anfitrión sufre un vacío de poder y una imagen internacional que debe limpiar cuanto antes. El historiador peruano Jorge Basadre decía: "El Perú es más grande que sus problemas", de eso estamos todos seguros, pero nos toca estar vigilantes y votar en un futuro por candidatos con una trayectoria política transparente para que la historia no se repita y no nos tome nuevamente por sorpresa.

Claudia Sánchez Morzán (VT)

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