Opinión: Polonia contra Europa
10 de marzo de 2017Desde el arranque de la cumbre de UE, la Primera Ministra polaca advirtió que iba a hacer todo lo posible para bloquear la reelección de Donald Tusk. ¿Todo? ¿Correar gritando en círculos? ¿Cantar el himno polaco toda la noche? Finalmente, como títere obediente, siguió la irracional línea de su jefe político, Jaroslaw Kaczynski. Él odia a Tusk más que a la peste y lo responsabiliza de su derrota electoral de 2007 e incluso, en algún sentido, de la muerte de su hermano.
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Pero este absurdo que intentaba tomar de rehén a los otros 27 paises miembros solo podía fracasar.
¿Qué es lo que sucede?
La pregunta es: ¿Qué pretendían conseguir con esta maniobra el supremo teórico de la conspiración y la poderosa titiritera? Ya desde sus época como primer ministro, Kaczynski atormentaba a la UE con ultimátums y amenazas. Sus principales características fueron siempre la terquedad y el nacionalismo.
El paso del tiempo no parece haber calmado al líder del partido Ley y Justicia. Todo lo contrario. Nuevamente intentó ahora imponer su voluntad en el bloque. Pero esta vez le fue terriblemente mal, la votación terminó 27 a 1. Incluso sus aliados del Grupo Visegrado y el Primer Ministro inglés lo dejaron solo.
Ahora solo queda un interrogante: ¿qué es lo que Kaczynski buscaba realmente? Ya no se trata como antes de una pelea por más dinero o de derecho al voto. Se trata simplemente de una cuestión de autoafirmación de un individuo.
Quizá en la política doméstica polaca, el discurso sobre “el candidato impuesto por Berlín” en torno a la reelección de Tusk tenga algún impacto. Ya se sabe entretanto cómo funcionan los "hechos alternativos" en el Gobierno polaco, que da por hecho que los votantes se tragarán con entusiasmo la farsa política. Una parte del público se siente atraído por el papel de la heroica víctima.
Polonia se aísla
¿Cuál es hoy el lugar de Polonia en Europa? Kaczynski está aislando su país cada vez más. "Sean cuidadosos con los puentes que dejan tras ustedes destruídos”, advirtió Tusk a sus compatriotas.
Pero en Varsovia se comportan como adolescentes y cierran de un portazo todas las puertas posibles. Es un compatamiento adolescente, inmaduro y, en algún sentido, ridículo. El hecho de que un país no firme las conclusiones de una cumbre por pura terquedad, porque no pudo salirse con la suya, no pasó nunca en la historia de la UE.
La paciencia no es eterna
Europa se encuentra en una situación difícil, y la paciencia con Polonia es finita. Ya existen las primeras voces que sugieren cortar el envío de dinero. El flujo anual es de once mil millones de euros de financiación europea a Polonia. El país es el más grandes receptor neto de la UE.
En dos años se negociará el próximo presupuesto. Entonces habrá menos dinero porque los británicos ya estarán afuera. Si Polonia sigue así, pronto se quedará sin amigos que lo apoyen en la nueva distribución. Sobre todo, en Alemania.
La tensión constante de Varsovia perjudicó las relaciones con la vecindad más allá de lo tolerable. Si Polonia ahora también hace peligrar la cohesión interna en esta nueva etapa de una Europa de diferentes velocidades, acabará marginada dentro del bloque.