Opinión: Schulz no ha vencido a Merkel todavía
27 de marzo de 2017Desde hace semanas, los miembros del Partido Socialdemócrata de Alemania dan la impresión de haberse embriagado con su propio optimismo. El último congreso de esa formación, celebrado hace una semana en Berlín, fue más bien una fiesta. Incapaces de disimular su euforia, los delegados encumbraron a Martin Schulz como nuevo presidente del SPD con el 100 por ciento de los votos. Durante unas horas, de cara a un año de abundantes elecciones, nada parecía poder detener ni a Schulz –principal rival de la democristiana Angela Merkel en los comicios federales de septiembre– ni a los candidatos socialdemócratas regionales. En un momento dado se habló del "tren Schulz” y de cómo éste arrasaría en las urnas, primero en Sarre, Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia, y luego a escala nacional.
De ahí que la victoria de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) –el partido de Merkel– en los comicios del Sarre este 26 de marzo le caiga al SPD como un balde de agua fría. Así de rápido se puede recuperar la sobriedad. Los socialdemócratas habían interpretado los resultados de las encuestas como indicios de que no había razón para temerle a la CDU en el Sarre. En realidad, los democristianos les llevaban una ventaja porcentual de más de diez puntos gracias a la popularidad de su caballo de batalla, Annegret Kramp-Karrenbauer, quien terminó siendo reelecta como máxima autoridad de ese estado federado con más votos de los que le granjearon su primer triunfo en 2011. En ese sentido, solo resta decirle al SPD: "¡Bienvenido al mundo real!”
Decepción en el cuartel central del SPD
No es exagerado decir que, en términos objetivos, el SPD ha exhibido un ascenso vertiginoso desde enero de 2017. De hecho, considerando que a principios de año sólo contaba con el 24 por ciento de respaldo en los sondeos de opinión, cabe describir la cantidad de votos que obtuvo en Sarre como un éxito. Aún así, los socialdemócratas están inconsolables. En la Casa Willy Brandt de Berlín, el cuartel central del SPD, la decepción era palpable en la noche de este domingo. Estupefacción era lo que reflejaban los rostros de quienes anticipaban una conquista o, por lo menos, una contienda más simétrica.
El ambiente en la sede principal de la CDU no podía ser más distinto. En la Casa Konrad Adenauer de Berlín reinaba la alegría ante la perspectiva de conservar las riendas del Estado federado de Sarre. Los democristianos respiraron aliviados porque, si el SPD hubiera asumido el control de ese Land, la confianza de los socialdemócratas en sí mismos se habría visto robustecida en la misma medida en que se habría acentuado la crisis de la CDU.
Suspiro de alivio en la Casa Konrad Adenauer
Angela Merkel sigue estando en la mira de sus correligionarios. Ella se hizo vulnerable con su política de asilo original y, haga lo que haga, de esa mácula no se librará. La fuerza aparente con que Martin Schulz lanzó su candidatura plagó de dudas a los democristianos, quienes durante semanas se preguntaron por qué Merkel se mostraba tan pasiva, por qué no daba la impresión de estar en campaña electoral, por qué no pasaba a la ofensiva... Ahora, el inesperado margen con que la CDU ganó en los comicios de Sarre le da espacio de maniobra a la "mujer fuerte” de Berlín y, de paso, parece confirmar que la actitud asumida por Merkel fue la correcta.
La CDU está recibiendo un impulso estimulante a todo nivel. Queda claro que sí es posible movilizar a sus electores. Eso puede terminar dándole mayor espectacularidad a los comicios regionales por venir. Y es que los timoneles de Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia son Torsten Albig y Hannelore Kraft, respectivamente, dos socialdemócratas que son tan queridos en esos Länder alemanes como la democristiana Annegret Kramp-Karrenbauer en Sarre.
La fiesta se acabó para el SPD
En Alemania, los gobernantes tienen a su favor la tendencia de los ciudadanos a reelegirlos una y otra vez hasta que aparece una alternativa mucho más atractiva. A veces, tener una personalidad fuerte es de gran ayuda para los políticos; pero, al final, lo que cuenta es el contenido. En otras palabras, el paquete completo es importante.
También el SPD debería sentirse aliviado tras las elecciones de Sarre. Eso podría ayudar a sus miembros a bajarse de las nubes. La euforia es como una espuela que anima a quien la siente a fijarse grandes metas; pero ella también puede empañar la visión. Y ya es tiempo de que los socialdemócratas dejen de ver la vida color de rosa. La fiesta terminó; ahora es tiempo de trabajar.
¿Triple alianza o "gran coalición”?
El SPD debe diseñar un programa de Gobierno a escala federal que deje en claro los propósitos que defiende. ¿Cuáles son sus objetivos políticos, qué opciones ofrece? ¿Al lado de quién podría cumplir sus promesas? ¿Con Los Verdes? ¿Con La Izquierda? ¿O nuevamente con la CDU y su hermana menor, la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU)? Los electores quieren saberlo. Cuando hay una oferta política que despierta interés y el debate es llamativo, son muchos más los ciudadanos que se acercan a las urnas. Eso solo puede hacerle bien a la democracia.
Sabine Kinkartz (ERC)