Opinión: Shock y advertencia
5 de septiembre de 2016En la era de las encuestas permanentes, queda poco espacio para las grandes sorpresas. Desde hace meses era previsible que el partido de protesta fundado en 2013 Alternativa para Alemania (AfD) también escalaría en Mecklemburgo-Antepomerania, un estado donde la extrema derecha (NPD) desde 2006 tiene un lugar en el Parlamento. O tenía, porque ahora quedaron fuera. Esto sí que es una buena noticia, porque significa que todos los parlamentos están libres de la derecha neonazi.
Que en lugar de ellos ahora muchos populistas de derecha tomen lugar en el banquillo de la oposición puede ser un débil consuelo, o derechamente suponer ningún alivio. Pero la crítica fundada en el miedo a la AfD, a la que se tiende a poner en la misma olla con el NPD, es injusta y expresa una extendida desorientación. Entre el populismo y el extremismo hay todavía un par de diferencias.
Pseudodebate beneficia a la AfD
Es verdad que la nueva retórica de la derecha frecuentemente bordea el límite del racismo o incluso lo supera. Por eso deben ser puestos en vitrina. Eso, a veces, conduce a su propia mutación. Eso ocurrió en Baden-Württemberg, donde una fracción de diputados de la AfD se separó del partido por dichos antisemitas.
Pero el hecho de que, a pesar de las riñas internas y la irritación, la AfD siga cosechando éxitos electorales es lo que preocupa a la mayoría de los miembros de los partidos tradicionales. Sin embargo, no deben equivocarse y caer en la trampa de continuar con los temas de los refugiados y el islam. Justamente ese error cometen los cristianodemócratas cuando piden el fin de la doble ciudadanía a los turcos o la prohibición del burka. Semejante maniobra usada antes de las elecciones sólo beneficia al adversario político.
El caos en Berlín deja huella
Es cierto que la CDU y el SPD, Los Verdes, La Izquierda y el FDP en Mecklenburgo-Antepomerania perdieron votos. El estado de ánimo después de un año del comienzo de la crisis de los refugiados es también una oportunidad para guiar un prudente discurso social. Para ello hay que mirar hacia los líderes en Berlín y al vecino incómodo de Múnich: la canciller Angela Merkel (CDU), Sigmar Gabriel (SPD) y el ministro presidente de Baviera, Horst Seehofer (CSU). Su larga controversia sobre el supuesto camino correcto en una situación sin precedentes es considerado por la población, con razón, como un liderazgo débil e irresponsable.
Hacia dónde lleva esto es ya sabido: apatía o voto de protesta. En Mecklenburgo-Antepomerania, la participación electoral en 2011 fue escasamente superior al 50 por ciento. Esta vez rondó el 60 por ciento. Han dejado en manos de la AfD el descontento. Si las otras partes quieren detener el vuelo del recién llegado, deben al menos cambiar su estrategia. Las debilidades e imposiciones de la AfD están claras, no hay duda. Pero por favor, también subrayen algunos puntos fuertes como la autoconfianza y agresividad.
En un año pueden pasar muchas cosas
Para la elección de 2017 falta un año. ¿Qué se puede hacer en un período como éste? Lo muestra el aumento de la AfD. Que desaparezca rápidamente es ya imposible, porque ya está presente en nueve de los 16 parlamentos regionales. Los otros partidos deben estar preparados para una oposición obstinada, incómoda y seguramente también desagradable. La exclusión total sería el camino equivocado. Con una política creíble basada en un punto de vista convincente es como se puede resolver la antipostura de los populistas de derecha.
Faltan dos semanas para las elecciones de diputados en Berlín, y el obispo evangélico Markus Dröge abogó en una entrevista a Tagesspiegel por un debate neutro, "incluso cuando sea difícil con políticos que basan su fuerza en las emociones”. El trato con la AfD es mucho más que una cuestión de fe y esperanza. También hay que tener mucha paciencia.