El coronavirus no está ni a favor ni en contra de cualquier bando. La enfermedad no diferencia entre empleadores y trabajadores. No es un enemigo en la lucha de clases. Pero este desagradable virus se las arregla para paralizar fábricas de automóviles enteras, paralizar por completo la industria del turismo y la gastronomía, quitarle el sustento a los trabajadores independientes o forzar a diez millones de alemanes (casi uno de cada tres empleados) a un trabajo de jornada reducida. Y ahora incluso impide las manifestaciones del Día Internacional de los Trabajadores, donde cientos de miles se reúnen cada año en las calles y plazas del país y escuchan a los líderes sindicales.
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Esto es, como mucho en estos tiempos, histórico. Porque en la Alemania de la posguerra nunca había sucedido algo así. En cambio, por primera vez, las manifestaciones planificadas tendrán lugar virtualmente. Y con eso, la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB) ha llegado donde muchos empleados han estado durante semanas: en casa teletrabajando. No hace falta ser un profeta para predecir que la forma digital de trabajo será un gran tema para los sindicatos y las empresas, una vez que se derrote el coronavirus.
Un empuje para el trabajo digital
Esto se debe a que ambas partes han tenido dificultades con el tema del teletrabajo, o home office, y sus implicaciones laborales. Pero, pase lo que pase, las formas digitales de trabajo recibirán un gran impulso: a algunas personas les gustará poder hacer su trabajo (si es posible) desde casa en lugar de hacer el molesto viaje diario a sus puestos habituales. Otros estarán felices de volver al trabajo en algún momento.
Este 30 de abril se pudo ver lo difícil que son estos tiempos para los sindicatos: el Gobierno federal alemán acababa de lanzar nuevas regulaciones para el trabajo de jornada reducida –reducción temporal de las horas regulares de trabajo en una empresa–, en específico, aumentar a partir del cuarto mes al 70 por ciento (para las personas con hijos, 77 por ciento) el salario neto, del 60 (67) por ciento hasta ahora. Si el trabajo de jornada reducida durara más, sería el 80 (87) por ciento a partir del séptimo mes. La única reacción del jefe de la DGB, Reiner Hoffmann: 80 por ciento desde el cuarto mes hubiera sido mejor.
La nueva regulación cargará las arcas de la Agencia Federal de Empleo en Alemania con otros 2.600 millones de euros. Y no hay que olvidar: muchas empresas, naturalmente, aportan un poco a la suma total de subsidios para trabajadores de jornada reducida.
Tiempo de tajadas más pequeñas
Por supuesto, la gran crisis del coronavirus hará que las cosas cambien mucho, incluida la relación entre trabajadores y empleadores, entre sindicalistas y empresarios, entre todas las partes negociadoras. El abrupto final de un auge en la economía alemana que duró una década inevitablemente significará que ambas partes tendrán que hornear panes más pequeños. Los tiempos de las arcas públicas bien abastecidas han terminado.
El lema de la DGB de "Participación en la recuperación" en los últimos años podría estar ya desactualizado. De ahora en adelante, hasta cierto punto, debe tratarse más de asegurar empleos y proteger a las personas de las consecuencias de la dramática recesión. Y el Estado alemán, justo en este punto, ha salido con una cifra bastante considerable: subsidios para los trabajadores de jornada reducida, 750 mil millones de euros para programas de ayuda, más dinero para el personal de enfermería, etc. Comparativamente, una mirada a Estados Unidos –donde 30 millones de personas, solo en marzo, perdieron sus empleos– puede ser suficiente.
Habrá poco espacio para las máximas demandas sindicales. Pero, por supuesto, habrá suficiente por hacer. Porque, como en toda crisis, los trabajadores con bajos ingresos y los trabajadores mal capacitados en particular serán los más afectados. Aquí es donde los sindicatos pueden comenzar, quizás incluso con la demanda de un salario mínimo más alto. A este respecto, el lema que la Confederación Sindical Alemana había anunciado para el 1 de mayo, mucho antes de que el coronavirus llegara, no podría ser más acertado: "En la solidaridad no estás solo".
(few/jov)
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