Sirios huyen de Assad
28 de marzo de 2012
Cuando EE. UU. invadió Irak en el año 2003, el Gobierno de Siria se mostró generoso y abrió sus fronteras a un gran número de personas que huían de la violencia en el país vecino. Cientos de miles de refugiados iraquíes viven hasta hoy en Siria. Pero la situación ha cambiado. El Gobierno de Assad se ha convertido en un peligro para sus propios ciudadanos. En vista de la dureza con la que el régimen de Damasco trata de derrotar la revolución que tiene lugar en su país, cada vez más sirios tratan de huir para salvarse.
Las cifras son dramáticas: casi 40.000 sirios están escapando en lo que es un verdadero éxodo masivo, según la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). La mayoría de ellos, unas 17.000 personas, se encuentran en Turquía. Casi la misma cantidad escapó hacia el Líbano y otros 8.500 hallaron refugio en Jordania, mientras que una cantidad aún no determinada de sirios ya atravesó la frontera con Irak.
Huyendo del despotismo y la violencia
Los refugiados temían por su vida. Durante la revolución, que ya lleva un año, hace tiempo que la represión y la violencia de las tropas del régimen de Assad tomaron como objetivo a los rebeldes. Según Ole Solvang, de Human Right Watch, quien observa la situación de los derechos humanos desde la frontera turca, hay documentos que prueban que también los rebeldes utilizaron métodos brutales, como secuestros, torturas y hasta ejecuciones. Sin embargo, subraya el experto, no es posible comparar la violencia aplicada por los rebeldes a la de las tropas del Gobierno.
Marie von Möllendorf, asesora para Cercano Oriente y el Norte de África de Amnistía Internacional de Alemania, confirma esa apreciación. La gran mayoría de las violaciones a los derechos humanos parten en este momento del Gobierno sirio. “También hay informes sobre violaciones a los derechos humanos llevadas a cabo por grupos opositores. Pero se trata realmente de una minoría”, subraya.
Según los informes que llegan a Amnistía Internacional, la gente huye sobre todo del despotismo del régimen. Nadie está ya a salvo de convertirse en víctima y todos viven con la terrible certeza que en cualquier momento pueden ser detenidos y torturados por tropas gubernamentales. Además, muchos refugiados tienen miedo de que también se ataque a sus familiares. Si un ciudadano pasa a las filas revolucionarias está poniendo en peligro la vida de sus familiares.
A eso se suma, dice Möllendorf, que en Siria se está produciendo una ola de detenciones ilegales de las cuales cualquiera puede ser objeto. La sola sospecha de que alguien tiene contactos con la oposición es suficiente para que se lo encarcele. “De las detenciones no se salva nadie, y en las cárceles la tortura está a la orden del día. Tortura significa golpes, pero también picana eléctrica y violaciones. El Gobierno sirio no ahorra en métodos inhumanos”, alerta la experta.
Un enorme desafío logístico
Y esos métodos cruentos tienen consecuencias fatales, no sólo para las víctimas, sino para quienes tratan de evitar caer en las garras del terror. El número de personas en busca de asilo aumentó constantemente en los últimos meses, dice Solvang. Por el momento hay unos 20.000 sirios viviendo en campamentos de refugiados. “La mayoría apenas pudo traer alguna pertenencia consigo al escapar. Para seguir viviendo necesitan de ayuda de todo tipo: tiendas de campaña, bolsas de dormir, mantas, todo lo necesario para sobrevivir”, dice el observador de Human Right Watch.
Actualmente, Turquía se hace cargo de la financiación de los campamentos. En cooperación con la Media Luna Roja, construye campamentos y barracas, escuelas y mezquitas de emergencia. Pero la ayuda que provee pronto no será ya suficiente. Todo indica que las corrientes de refugiados seguirán en aumento. ACNUR prevé que el año próximo se necesitará ayuda humanitaria para unas 100.000 personas. Es por eso que, en estos días, la Agencia para Refugiados de la ONU ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para que brinde su apoyo. Para colaborar con los refugiados sirios se necesita contar con 84 millones de dólares. La Unión Europea había donado ya siete millones de euros para ese fin.
Nuevas esperanzas por señal positiva de Siria
Por primera vez, los refugiados y sus colaboradores recibieron una buena noticia del Gobierno de Damasco. El martes, 27 de marzo, el presidente Bashar Al Assad demostró voluntad de cooperación. El Gobierno sirio aceptó el plan de seis puntos del enviado especial de la ONU para Siria, Kofi Annan, según comunicó un vocero de éste, que calificó el gesto de Assad de “primera etapa importante” para poner fin a la violencia en Siria. El plan de Kofi Annan plantea, entre otras cosas, la retirada de las tropas gubernamentales de los bastiones revolucionarios. Asimismo, se debe garantizar el acceso de ayuda humanitaria a las zonas de combate y se debe liberar a los opositores. Todavía está por verse si el régimen se atiene verdaderamente a sus promesas. Si lo hace, los refugiados podrían abrigar la esperanza de regresar pronto a sus hogares.