“Pablo Neruda y Plácido Domingo tienen en común el carisma y la humanidad”
17 de julio de 2013Il Postino se estrenó en Los Ángeles en 2010 y viajó poco después al Theater an der Wien y al Châtelet de París. En Latinoamérica pudo verse en el Bellas Artes de Ciudad de México y en el Municipal de Santiago de Chile. Ahora llega a Madrid, pero lo hace con un regusto amargo. El tenor Plácido Domingo, que en su día impulsó la creación de la obra y para quien el compositor Daniel Catán creó el personaje de Pablo Neruda, debió cancelar las representaciones debido a una embolia pulmonar. Aunque recibió el alta hospitalaria a los pocos días, Domingo tendrá que guardar reposo durante varias semanas: otro cantante debía hacerse cargo del personaje.
A punto de cumplir 25 años de carrera en el mundo del canto, es ahora cuando el tenor Vicente Ombuena ha alcanzado una enorme repercusión mediática por ser el sustituto de Plácido Domingo en Il Postino madrileño. “Eso me ha afectado”, dice Ombuena en declaraciones a Deutsche Welle. “Considero injusto que la felicidad de alguien emane del infortunio de otra persona. Pero quiero hacerlo lo mejor posible, entre otras cosas, para que él esté orgulloso. Por otra parte, Plácido es de acero: tras salir del hospital, vino al teatro y escuchó completo el ensayo general. Al final me felicitó y me dio las gracias y yo quedé muy contento”.
Un poeta y dos tenores
El argumento de la ópera se basa en la novela Ardiente paciencia, de Antonio Skármeta, popularizada en la gran pantalla gracias a Il Postino, que recibió cinco nominaciones y un Óscar de la Academia de Hollywood en 1995. La trama esboza la relación entre el poeta chileno Pablo Neruda y el humilde cartero italiano Mario Ruoppolo, quien desea conquistar a su amada Beatrice por medio de la poesía. Como trasfondo, la lucha por la igualdad social, de la que Neruda se convirtió en abanderado, y por cuyas ideas tuvo que marchar al exilio junto a su esposa, Matilde.
Aunque Plácido Domingo “es” Neruda, Ombuena hace su propia recreación del personaje. “Yo veo en el poeta un carácter sardónico. Su humor era a veces grueso y, como persona, poco convencional”, explica. “En ocasiones invitaba a sus amigos a comer a casa, cocinaba durante horas para ellos y después los dejaba sentados a la mesa mientras él se iba dormir”. Vocalmente, el papel se mueve por la tesitura central-grave propia del tenor madrileño. “Aunque también tiene sus agudos”, recalca Ombuena, que ve puntos en común entre la personalidad de Pablo Neruda y la de Plácido Domingo: “El carisma, el ser el centro de atención de las masas, la grandeza, la humanidad, el trabajar para la gente que les rodea, son características comunes a ambos”, señala.
Sylvia Schwartz, la Beatrice que Plácido Domingo quiso para Il Postino
La soprano española Sylvia Schwartz canta repertorio lírico tradicional en prestigiosos escenarios europeos, pero, por cuestiones de agenda, esta es la primera vez que pisa el Teatro Real de Madrid. El propio Plácido Domingo la invitó a formar parte del elenco: “Él me trajo para cantar el papel y la obra le parece maravillosa. ¡A los demás nos ha contagiado su entusiasmo! Ahora debemos sacar adelante el proyecto sin su presencia. Hubiera sido un regalo compartir escenario con él, pero ya habrá ocasión más adelante”, dice la soprano.
Pasar de las óperas habituales del repertorio a una pieza de reciente composición -Il Postino fue escrita en el siglo XXI- no ha supuesto esfuerzo para ella: “Tiene influencias de la música de cine, del musical y, sobre todo, de óperas de Puccini, Massenet, Verdi… Es romántica y tonal, muy bonita y fácil de digerir”, explica Schwartz. Además, la soprano considera que el paso de la gran pantalla a la ópera ha sido realizado con singular acierto: “Desde el punto de vista escénico, resulta extraordinario cómo se ha trasladado el lenguaje cinematográfico al contexto teatral: las escenas son muy cortas, los cambios entre ellas son rápidos y fluidos y la iluminación favorece la recreación precisa de los distintos ambientes”, explica.
Beatrice, el personaje que encarna Schwartz, es el detonante para que la poesía fluya del humilde Mario Ruoppolo. Gracias a la relación que este entabla con Neruda, las metáforas emanan del propio cartero, que recibe sugerentes consejos del poeta. Precisamente, las dificultades para Schwartz han venido de la personalidad de Beatrice: “Últimamente, por mi tipo de voz, he hecho de niña buena o, como mucho, de chica de pueblo. La ambigüedad entre el espíritu libre, casi salvaje, de Beatrice y su obediencia a las reglas de la sociedad, ha sido un descubrimiento fascinante para mí”, concluye.
Autora: María Santacecilia
Editor: Pablo Kummetz