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Desaparecidos: "La incertidumbre empeora la situación"

24 de octubre de 2017

La ICMP busca a personas que han desaparecido sin dejar huella. Sobre todo, las familias de las víctimas quieren saber qué pasó con sus seres queridos, dice Thomas Parsons, director de la organización.

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Imagen: Getty Images/AFP/E. Barukcic

DW: La Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas (ICMP), fundada en sus orígenes con el fin de identificar a las víctimas del genocidio en Srebrenica, busca en todo el mundo a personas que han desaparecido como producto de guerras, violaciones a los derechos humanos y catástrofes. ¿Por qué es tan importante para los familiares encontrar a sus parientes perdidos?

Thomas Parsons: Cuando una persona de repente desaparece, sin importar si es a causa de conflictos armados, violaciones a los derechos humanos, genocidio o migraciones, sus familiares y amigos son presa de la conmoción. El estado de incertidumbre empeora la situación. En todo el mundo, las personas tienen necesidad de saber exactamente cuál fue el destino de sus familiares, a fin de sentirlos cerca incluso después de la muerte. También quieren para ellos una sepultura digna.

¿Cualquiera puede dirigirse a la ICMP?

Apoyamos a gobiernos para que cumplan con sus obligaciones en la búsqueda de desaparecidos. También trabajamos con distintas instituciones en todo el mundo para implementar y reforzar mecanismos a fin de que se facilite la localización de los desaparecidos. No somos una organización de búsqueda a la cual puedan dirigirse personas individualmente. Un aspecto importante del trabajo de la ICMP es nuestro portal. Ahí es donde las personas pueden notificar la desaparición de familiares o amigos. Luego de la guerra en Yugoslavia, investigamos más de 3.000 fosas comunes. Las investigaciones con ADN nos permitieron identificar a 18.000 personas. El portal para reportar casos es por ello sumamente importante pues ahí nos enteramos de las personas que han desaparecido, y tenemos acceso a la evidencia por parte de los familiares.

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A veces, las personas llevan muchos años desaparecidas. ¿Bastan como evidencia, por ejemplo, prendas de vestir, o se necesita otro tipo de referencia?

A menudo trabajamos en sitios en los cuales las personas viven en condiciones precarias, o han sido desplazadas de su lugar de origen debido a la guerra. Es por eso que en muy raras ocasiones contamos con expedientes médicos u odontológicos, y mucho menos huellas digitales. Llegamos a los lugares, si es que las exhumaciones son posibles, y casi siempre nos encontramos con que todo lo que resta son osamentas. En vez de pedirle objetos a los familiares, nuestro tipo de búsqueda se basa en pruebas genéticas de los familiares.

¿Esto significa que toman muestras de sangre de los parientes?

Sí, exacto. Tomamos una muestra de un dedo, o membrana mucosa de la mejilla con ayuda de un isopo. Cuando comenzamos nuestro trabajo, la Corte Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia envió personal a la región a fin de documentar crímenes de guerra, y luego ellos abrieron las fosas comunes masivas. Más de 40.000 personas estaban reportadas como desaparecidas en la región. En parte, los restos estaban contenidos en recipientes realmente inadecuados, y eso fue muy difícil de soportar para los familiares. Fue en esa época cuando comenzamos a colaborar en la identificación de las víctimas.

Cuando dice que ayudan, ¿significa que ponen a disposición la tecnología necesaria, o también envían científicos a esos sitios?

En nuestra área científica y tecnológica trabajan arqueólogos y antropólogos forenses extraordinariamente cualificados, y ayudan in situ. Los restos mortales son trasladados a un lugar donde el ADN puede ser investigado. Tras la masacre de Srebrenica, por ejemplo, no sabíamos a quién le debíamos tomar muestras. Así que tomábamos muestras de cada persona en la zona. En nuestras bases de datos podíamos hacer la comparación y establecer semejanzas en el ADN. Llevamos a cabo un procedimiento de alta precisión conocido como "High Certainty DNA Match". En muchos casos pudimos entregar los restos a las familias.

En Siria, más de 60.000 personas han sido reportadas como desaparecidas. ¿Es posible colaborar con países en los cuales muchas personas han desaparecido a manos de los propios gobiernos?

Nadie puede trasladarse a Siria en estos momentos, sobre todo por razones de seguridad. Pero naturalmente, uno necesita el apoyo de los gobiernos o de las instituciones que cuentan con capacidad suficiente. Es difícil llevar a cabo búsquedas de desaparecidos en zonas en las cuales aún impera la guerra. Nuestro trabajo se desarrolla siempre en zonas post-conflicto. A través de nuestro portal podemos saber por anticipado quién está desaparecido en Siria o en otros países parecidos. También tenemos una herramienta de internet mediante la cual se puede documentar dónde se teme que haya fosas comunes.

¿Qué pasa con personas como los rohinyás, por las cuales ningún gobierno se responsabiliza?

No es fácil. Cuando no hay gobierno que pueda responder, tenemos que observar a nivel internacional y ver qué instancia puede asumir dicho papel. Trabajamos con muchas organizaciones socias, incluida la Interpol. Pero primero debemos asegurarnos de que las organizaciones lleguen a las personas que buscan a sus familiares. En sitios donde viven desplazados, debe existir la posibilidad de que sean reportadas las desapariciones. Aquí los dispositivos inteligentes pueden ser de una gran ayuda.

Ustedes acaban de abrir un nuevo laboratorio en La Haya. ¿Qué esperan de la nueva tecnología conocida como "Next Generation Sequencing"?

A través de ella podemos reconocer osamentas fuertemente dañadas. Aquí en La Haya también seremos capaces de identificar a desaparecidos a través de muestras de familiares lejanos. Antes era necesaria una muestra de hermanos o progenitores, a fin de buscar la coincidencia. Este nuevo método nos permitirá que las muestras de primos o abuelos sean suficientes.

Thomas Parsons es director del área Científica y Tecnológica de la Comisión Internacional sobre Personas Desaparecidas, con sede en La Haya.